Estos días prenavideños son los peores del año. Yo no sé por qué todo mundo dice que alegría y la hermandad y paz y cuanta cosa, porque la verdad es que en estas fechas lo único que se ve es gente preocupada por dinero para los regalos, tiempo para comprarlos, tiempo para ir a todas las posadas, lo que más se escucha es cosas como “¡tú secretaria! No le compré regalo, ¿qué le gustará?” O bien, “¿te parece que al dentista le regalemos unas galletitas?”. Tratar escoger algo ahora es casi imposible, lo más probable es que si una, digamos, bufanda te agrada, diecisiete personas más la verán al mismo tiempo y te la arrebatarán de las manos. Las calles atestadas de gente con la mirada perdida, y sabes que están pensando, “si gasto 200 en esta tienda y 400 en aquella, y le resto al aguinaldo y empeño al gato, más o menos la libro para pasar una feliz navidad”.
Pero no quería hablar de eso. Lo más terrible de estas fechas son… las posadas.
Llevo solamente tres.
La primera, la de la prepa. A las 10 de la mañana, en la sala cultural, lleve sus exámenes y revíselos ahí mismo. Los regalos (de rifa) eran artículos promocionales del tec, plumas, tazas y el premio grande, dos paraguas. El director habló por 40 minutos sobre la bondad y la naturaleza de los profesores, cómo el trabajo que hacemos es por vocación y no por dinero. Luego sacó a la mitad de la gente y los obligó a cantar para que pudieran beber ponche desabrido y comer tamales regiomontanos, los cuales son como crepas con dos hebras de carne de pollo o, en el caso de los de dulce, con tres pasas. Hay algo que me asusta de ver adultos cantando mientras agarran una vela, porque todos están pensando en no quemar al de enfrente, o más bien, en las razones por las cuales no deben quemar al de enfrente.
La segunda, en casa de Jorge. Logró lo de siempre, mezclar grupos tan disparejos que todos tuvieron de quién hablar durante la reunión. La cereza del pastel fue britany con un vestido de holanes entreteniendo a los invitados. Yo me la pasé congelándome y bajándole a la música.
La tercera, la de la compañía en la que trabaja el novio. Fuera de que la comida estaba cruda, esto es, que la carne a los tres mosqueteros sangraba y las papas al morderlas tronaban como si fueran manzanas, la gente de la mesa no se hablaba. Todos miraban la banda (villancicos, toda la noche) o a la demás gente. Yo tenía la barbilla dormida pues ese día había ido al dentista y decidí que YO no tenía por qué encargarme de animar la mesa. Finalmente, era la fiesta del novio, que el novio se ocupara. Pensaba en Estela y que qué conveniente que decidieron tener su luna de miel hasta diciembre. Y pues al rato le dije que fuéramos a bailar y en la pista me resbalé, tenía miedo de romperme un tobillo así que con cuidado medio me movía cuando de en medio salen los hipopótamos de Fantasia y uno de ellos ¡¡¡se pone a zapatear en mi pie!!! Entonces, usando mis habilidades diplomáticas, aventé al paquidermo. Mis dedos siguen morados. De ahí las cosas solamente empeoraron. Ahora estaba tratando de balancear todo mi cuerpo en una pierna mientras practicaba la salsa y el novio afirma, “no se puede bailar si uno de los dos no quiere divertirse”. Pensé en llamas, en ballestas, en torturas que utilizó la inquisición y que los judiciales pensaron que eran muy crueles. Sonreí. “Esa sonrisa fingida no te queda,” recordé este caso del señor que en Vietnam se deschavetó y se hizo una linda guirnalda de orejas humanas. Total, en resumidas cuentas, el güisqui aguado y de los 20 regalos entre los 450 invitados, no nos salió nada en la rifa.
Venimos de regreso y me dice, “acuérdate que el jueves es la de la oficina”. Ya quiero que sea Día de Reyes.
19.12.06
4.12.06
equívocos
Total, venía mi papá el sábado e íbamos a ir al concierto de la Julieta Venegas, tenía ganas de escucharla, pero también quise ver a mi apá, así que traté de regalar los boletos. Pero, contra todo lo que yo creía, la mayoría de la gente no va a este tipo de eventos ni aunque los boletos sean regalados. Nadie quiso ir, salvo Jorge, quien quería mínimo tres o no iba.
el sábado en la mañana, 8.30, algo así, me habla mi papá y me dice, ya estoy listo, pasa por mí a casa de tu tío.
-¿qué no era cena? pregunto yo entre lagañas y colchas que huelen a humedad
-nooo, la boda es en la noche
Pues ni habíamos ido al super (en la casa había dos mandarinas, medio litro de leche y como ocho limones... siempre hay limones), no habíamos recogido la casa, no estábamos bañados y no contábamos con ir por mi papá HASTA casa de mi tío.
Total, decidimos que en vez de ir todo las torres, loma, gonzalitos, barragán, nogalar, sendero fuéramos eugenio garza sada, felix u (es de uresti) gomez, universidad, barragán, nogalar, sendero y ahorrarnos como 40 minutos, pero oh craso error. Resulta que universidad está siendo destruída y hay que irse por otra calle paralela, pero la idea es no avisarte pues todo el mundo ya lo sabe, ¿no? De pronto estamos en un campo minado, con tractores, pozos, siguiendo al de adelante que se mete a un club, atraviesa el estacionamiento, sale en contra un tramo, se sube a un camellón y luego nos damos cuenta que probablemente el de adelante está huyendo y quizás de nosotros, quienes nos vemos amenazantes con la guía roji.
Rodolfo, ante la presión y la histeria se doblega... "háblale a tu tío". Le hablo, se tarda cerca de 10 minutos en explicarme que Universidad no es una opción porque le están metiendo el metro, explícole que Universidad es precisamente (o más bien, era) donde estábamos. Total, me empieza a decir que en cuanto vea el soriana y que luego el HEB y como si fuera a Laredo, repite y repite, como si fueras a laredo, como si fueras a laredo.
Osea, hellowww, ¡yo solamente voy a McAllen!
Total, vemos el soriana, luego el HEB y determinamos que odiamos la zona, que sería HORRIBLE tener que vivir acá y que extrañamos nuestro cerro. bua.
Vemos a mi papá, albricias.
A mi hermano que conforme pasan los años se le va quitando lo chiflado, yei.
Me dice hola (-¡Hola,! ¿cuándo tienes hijos?). Últimamente, ya no les importa si me caso o no, eso te lo dejan de preguntar cuando cumples 30, ahora sólo quieren nietos. Antes mi papá se esperaba al menos media hora después de verme...
De comer, camarones con camarón y salsa de camarón, primero en ceviche, luego en caldo y luego en quesadillas. Pensé que moriría, porque si hay algo más repugnante que un camarón es solamente algo terrestre y baboso que parezca camarón, más baboso que terrestre, algo como una cucaracha, y a veces no, ew.
Pero no sabían a camarón, entre sopas y eso me pregunta mi papá,
-¿cuánto pagan de renta? ¿cuándo seré abuelo?
-4,500, le contesto
Llegan las quesadillas de … perdón, era langosta (osea, camaronzote). La verdad, estaban muy ricas. No sabían a camarón.
Y luego, la pregunta, me dice mi papá. -Le compramos la casa a tu tío, te la rento en lo mismo que pagas, no me contestes ahorita, ahorita ten hijos y me dices el miércoles.
Volteo con mi tío, -¿cuánto pagan de luz?
Me dice, -diez veces más que tú. (bueno, me dijo 1,500).
Como el caldo de camarón y digo, -ahhh, está re bueno, no sabe a camarón.
Total, se fueron a la boda y nos enseñaron la casa, es como la nuestra, pero con duela y otro cuarto y bueno, la verdad, es mucha casa, ¿para qué quiere uno tanta casa? Entiendo el jardín, entre más jardín más feliz edith, pero ¿casa? Yo sólo veía que había más que limpiar. Contratar a alguien que te ayude, cosas así. Osea, si no puedes ni limpiar tu propia casa, maybe it is too much.
Nos regresamos a casita, platicamos y decidimos que... pues, ni locos.
Total, pues sí pudimos ir al concierto. Al final de cuentas, ya que la mujer empezó a cantar, me di cuenta que NO quería ver a Julieta Venegas, sino a Natalia Lafourcade!! me confundí completamente. El concierto fue monótono, cero espectacular. Me empezó a doler el cuello a mitad del berreo, así que me dediqué a mirar al frente, a unas gorditas emocionadas que brincaban de arriba abajo y me dije, wah.
Waaaaaaaaaahhhhh.
el sábado en la mañana, 8.30, algo así, me habla mi papá y me dice, ya estoy listo, pasa por mí a casa de tu tío.
-¿qué no era cena? pregunto yo entre lagañas y colchas que huelen a humedad
-nooo, la boda es en la noche
Pues ni habíamos ido al super (en la casa había dos mandarinas, medio litro de leche y como ocho limones... siempre hay limones), no habíamos recogido la casa, no estábamos bañados y no contábamos con ir por mi papá HASTA casa de mi tío.
Total, decidimos que en vez de ir todo las torres, loma, gonzalitos, barragán, nogalar, sendero fuéramos eugenio garza sada, felix u (es de uresti) gomez, universidad, barragán, nogalar, sendero y ahorrarnos como 40 minutos, pero oh craso error. Resulta que universidad está siendo destruída y hay que irse por otra calle paralela, pero la idea es no avisarte pues todo el mundo ya lo sabe, ¿no? De pronto estamos en un campo minado, con tractores, pozos, siguiendo al de adelante que se mete a un club, atraviesa el estacionamiento, sale en contra un tramo, se sube a un camellón y luego nos damos cuenta que probablemente el de adelante está huyendo y quizás de nosotros, quienes nos vemos amenazantes con la guía roji.
Rodolfo, ante la presión y la histeria se doblega... "háblale a tu tío". Le hablo, se tarda cerca de 10 minutos en explicarme que Universidad no es una opción porque le están metiendo el metro, explícole que Universidad es precisamente (o más bien, era) donde estábamos. Total, me empieza a decir que en cuanto vea el soriana y que luego el HEB y como si fuera a Laredo, repite y repite, como si fueras a laredo, como si fueras a laredo.
Osea, hellowww, ¡yo solamente voy a McAllen!
Total, vemos el soriana, luego el HEB y determinamos que odiamos la zona, que sería HORRIBLE tener que vivir acá y que extrañamos nuestro cerro. bua.
Vemos a mi papá, albricias.
A mi hermano que conforme pasan los años se le va quitando lo chiflado, yei.
Me dice hola (-¡Hola,! ¿cuándo tienes hijos?). Últimamente, ya no les importa si me caso o no, eso te lo dejan de preguntar cuando cumples 30, ahora sólo quieren nietos. Antes mi papá se esperaba al menos media hora después de verme...
De comer, camarones con camarón y salsa de camarón, primero en ceviche, luego en caldo y luego en quesadillas. Pensé que moriría, porque si hay algo más repugnante que un camarón es solamente algo terrestre y baboso que parezca camarón, más baboso que terrestre, algo como una cucaracha, y a veces no, ew.
Pero no sabían a camarón, entre sopas y eso me pregunta mi papá,
-¿cuánto pagan de renta? ¿cuándo seré abuelo?
-4,500, le contesto
Llegan las quesadillas de … perdón, era langosta (osea, camaronzote). La verdad, estaban muy ricas. No sabían a camarón.
Y luego, la pregunta, me dice mi papá. -Le compramos la casa a tu tío, te la rento en lo mismo que pagas, no me contestes ahorita, ahorita ten hijos y me dices el miércoles.
Volteo con mi tío, -¿cuánto pagan de luz?
Me dice, -diez veces más que tú. (bueno, me dijo 1,500).
Como el caldo de camarón y digo, -ahhh, está re bueno, no sabe a camarón.
Total, se fueron a la boda y nos enseñaron la casa, es como la nuestra, pero con duela y otro cuarto y bueno, la verdad, es mucha casa, ¿para qué quiere uno tanta casa? Entiendo el jardín, entre más jardín más feliz edith, pero ¿casa? Yo sólo veía que había más que limpiar. Contratar a alguien que te ayude, cosas así. Osea, si no puedes ni limpiar tu propia casa, maybe it is too much.
Nos regresamos a casita, platicamos y decidimos que... pues, ni locos.
Total, pues sí pudimos ir al concierto. Al final de cuentas, ya que la mujer empezó a cantar, me di cuenta que NO quería ver a Julieta Venegas, sino a Natalia Lafourcade!! me confundí completamente. El concierto fue monótono, cero espectacular. Me empezó a doler el cuello a mitad del berreo, así que me dediqué a mirar al frente, a unas gorditas emocionadas que brincaban de arriba abajo y me dije, wah.
Waaaaaaaaaahhhhh.
27.11.06
Snap crackle pop
Constantemente tiendo a hacer cosas que mi cuerpo no desea, entonces mi cuerpo se rompe, yo lloro y me aguanto. Creo que desde que vi un salto de longitud en las olimpiadas y decidí practicar en las escaleras de mi casa (después comprendí que no ése el mejor lugar para aprender), mentira, antes fue cuando estaba persiguiendo a la Lambi, quien fue criada por gatos y si no fuera por los ladridos cualquiera hubiera creído que era precisamente un felino, digo, si cualquiera nunca hubiera visto un gato, ni hubiera leído acerca de ellos y además pudiera creer que estaban conformados por una unión de afros blancos con uñas rojas y moñitos en las orejas (finalmente Mr Dog decidió la moda frenchpudelesca de los ochentas) …
El caso es que perseguía a la Lambi mientras ella saltaba de sillón en sillón y como quien no quiere la cosa se atravesó una mesa de vidrio, todavía recuerdo cómo salió volando mi sueco hecho por artesanos holandeses con madera derrapante (a decir verdad, creo que Holanda no se lleva muy bien con Suecia), cómo cayó con un clonk, aunque me imagino que fue clonk porque en ese momento yo atravesaba la fina mesa de vidrio con mi cabeza y acababa con la colección de ranas de cerámica de mi mamá.
O la n famosa historia de Edith se sube a la barda para ver los baños de hombres y salta hacia unas piedras, tobillo queda alojado entre rocas y cuerpo cae a un lado. Crack.
No les conté, creo, la vez que estaba buceando y como me le quedé viendo a una estalactita (era caverna) y se me fue el grupo, al apurarme no ecualicé los oídos y me reventé uno. Escuchaba la sangre fluir, es como cuando te subes al carro y con las ventanas arriba cierras la puerta. Es como un fshhhh, como el ruido blanco de la tele, pero con ritmo.
Después durante el huracán me rompí mi dedo medio. Me daba miedo irme con el viento, pero quería un café, así que me agarré del marco de la puerta para estirarme y abrirle al gas, en el momento que lo lograba una ráfaga de ésas de 120 km por hora decidió ayudarme y cerrar la puerta. Mi dedo y nudillos no se lo permitieron. Snap. Pero como no había nada más que hacer, practicamos férulas y entablillamientos.
Hmmm, creo que toca una al año.
Todo este preámbulo para contar la del 2006, resulta que mi cuello también salió defectuoso. Dormí chueca, yo creo, no sé. En la mañana me dolía, y me dije, yoga y ya. Y no. Lo que sucedió, o más bien como se lo conté a Rodolfo fue: “ugh, dormí chueca, ajuuuum, que con una estiraditaaaay, ayyy, ayyyyyyyyy, clic, oíste, me tronó, si le hago asíclic, ayyy, me duele, mira, me truena, ayyy clic clic clic”.
Así, hoy, cuellera y músculo desgarrado, reposo y cero estrés.
Y sufro. Bua.
El caso es que perseguía a la Lambi mientras ella saltaba de sillón en sillón y como quien no quiere la cosa se atravesó una mesa de vidrio, todavía recuerdo cómo salió volando mi sueco hecho por artesanos holandeses con madera derrapante (a decir verdad, creo que Holanda no se lleva muy bien con Suecia), cómo cayó con un clonk, aunque me imagino que fue clonk porque en ese momento yo atravesaba la fina mesa de vidrio con mi cabeza y acababa con la colección de ranas de cerámica de mi mamá.
O la n famosa historia de Edith se sube a la barda para ver los baños de hombres y salta hacia unas piedras, tobillo queda alojado entre rocas y cuerpo cae a un lado. Crack.
No les conté, creo, la vez que estaba buceando y como me le quedé viendo a una estalactita (era caverna) y se me fue el grupo, al apurarme no ecualicé los oídos y me reventé uno. Escuchaba la sangre fluir, es como cuando te subes al carro y con las ventanas arriba cierras la puerta. Es como un fshhhh, como el ruido blanco de la tele, pero con ritmo.
Después durante el huracán me rompí mi dedo medio. Me daba miedo irme con el viento, pero quería un café, así que me agarré del marco de la puerta para estirarme y abrirle al gas, en el momento que lo lograba una ráfaga de ésas de 120 km por hora decidió ayudarme y cerrar la puerta. Mi dedo y nudillos no se lo permitieron. Snap. Pero como no había nada más que hacer, practicamos férulas y entablillamientos.
Hmmm, creo que toca una al año.
Todo este preámbulo para contar la del 2006, resulta que mi cuello también salió defectuoso. Dormí chueca, yo creo, no sé. En la mañana me dolía, y me dije, yoga y ya. Y no. Lo que sucedió, o más bien como se lo conté a Rodolfo fue: “ugh, dormí chueca, ajuuuum, que con una estiraditaaaay, ayyy, ayyyyyyyyy, clic, oíste, me tronó, si le hago asíclic, ayyy, me duele, mira, me truena, ayyy clic clic clic”.
Así, hoy, cuellera y músculo desgarrado, reposo y cero estrés.
Y sufro. Bua.
21.11.06
Por los huevos del borrego
Es impresionante cómo hemos empezado a vivir la vida asexuada. Bueno, me explico, porque decir en la primera línea algo que tiene que ver con sexo uno luego luego empieza a pensar en otras cosas, que no son cosas que no deban pensarse, pero uno después tiene que recurrir a eufemísimos eufemismos que…
Todo empezó la mañana cuando llegué a la prepa y me di cuenta que nuevamente habían sacado los borregos para pintar. Hay una práctica que los campi (campi, plural de campus) del ITESM ha hecho desde que unos agrónomos juntaron llaves para hacer un gran borrego de bronce, después, para alentar el espíritu tequista repartieron copias en yeso de dicho ovino y permitieron a los jóvenes decorarlos como pudieran y quisieran.
Pero no contaban con… ¡los huevos del borrego!
¡Y qué huevos!
Porque los agrónomos probablemente tomaron uno de estos bichos y le echaron bronce encima, así son ellos, y la verdad, aquel borrego subido en una piedra, de bronce brillante, parecía que tenía 5 patas. Los humanos que acostumbran ver sus animales ya servidos en el plato, se sorprendieron ante tal exhuberancia de anatomía. Con el tiempo pudimos comprobar que efectivamente, así son estos bichos (ver foto).
Aquella primera generación de borregos de yeso llegó a las jóvenes mentes de los púberes, quienes con pincel en mano empezaron a pintar y llegaron a esa parte, en la que tenían que meterse debajo de la escultura y cubrirla, no con una capa, si no con ¡al menos tres! de creativos colores.
La liga de la moral y la decencia estudiantil no pudo más, así que el siguiente batch de los borregos llegó sin huevos. Con cuernos, porque finalmente es un borrego salvaje, pero perfectamente asexuados, como barbies o kenes.
Una cosa es hacer creer a la gente que un borrego puede ser un animal agresivo y digno de tener como mascota de un equipo de futbol (tigres contra borregos, ¿se imaginan un programa del discovery así? ¡Qué masacre!) y otra muy distinta es quitarles las partes ofensivas para que sus castos padres no se pongan a protestar.
30.10.06
Freaky accidents
Yo no sé a qué dios menor ofendí o qué pasó, pero el caso es que el sábado fui víctima de una serie de ataques y/o accidentes salidos del realismo mágico. Explico:
Voy saliendo de Gigante, con mi bolsa feliz, no podía creer que eran las 2 de la tarde y había encontrado periódico, y unos totopos crujientes y amarillos, posiblemente de tortilla de maíz palomero. En eso nos brinca enfrente una de esas hiperlocas con un bote agujerado y clama que como salgo de la tienda seguramente quiero ayudar al asilodeancianosdrogadictosdeldivinoseñordelastilapias. Los viejitos de enfrente de mí utilizan una técnica evasiva tan efectiva que yo me topo de frente con la hiperloca y una flatchested pelirroja me embiste por detrás con un carrito de super que en su vida pasada fue un hummer.
Pausa. ¿Han visto cómo los carritos de súper tienen una barra estratégicamente colocada justo a la altura del tendón del talón? ZAZ!
Mi tendón de Aquiles, pensé en la exposición de los muertos, en la película de Hostal, en la de Pet Sematary, todo eso mientras me desplomaba y el carrito seguía atropellándome.
En el suelo yo, rodeada de mariposas y la flatchested pelirroja se disculpaba y disculpaba. Yo no puedo creer que el pie no me aguanta, entonces trato de pararme y caigo y caigo y caigo. NADIE me ayuda a pararme pues (espero) todos están tan anonadados como yo. Al final pongo mi peso en la otra pierna y me levanto como espantapájaros y brincando brincando me voy.
Llego al carro, se me sale una lágrima. Una monarca se posa en mi cabeza y veo mi pie, sangre y morado. Rodolfo me observa y me dice, los totopos están aplastados y el periódico arrugado, ¿qué pasó?
Me atropellaron, le digo.
Mariposa se ríe.
Llegamos a casa de mi madre, le enseño pie, periódico, totopos y sufro. Novio de mi madre me ve, se pasma y le empieza a salir sangre de la nariz. Madre me pone árnica. Dice que es maravillosa, que en el Kinder cuando los huerquillos se raspan, o les salen chichones, o muerden a todo el mundo, etc. con una embarradita de árnica ninguna mamá tres-copetes se da cuenta. Pomada maravillosa… ¡árnica! ¡Y muy barata!
Pos total, saco los totopos y empiezo a preparar los chilaquiles. Agarro la cebolla con la mano izquierda y el cuchillo (filoso) y lentamente (porque todo aquí ocurre despacio, como modelo de bikini saliendo del agua) gira, vira y cae, con la punta hacia el suelo y luego no hacia el suelo, hacia mi pie izquierdo, hacia mi dedo gordo, y sangre. Mis ojos y boca dicen “o”. Madre grita y corre por el árnica.
Sufro. Y vuelan las mariposas. Desclavo el cuchillo y el suelo se pone rojo.
Sale Rodolfo y limpia el piso de la sangre y decidimos que el sábado la voy a pasar fuera de todo lo peligroso. El horno lo prende él.
Y ya. No más crisis. Bueno, los totopos eran en verdad pedacitos de buñuelos, los chilaquiles sabían horribles.
Fin.
Voy saliendo de Gigante, con mi bolsa feliz, no podía creer que eran las 2 de la tarde y había encontrado periódico, y unos totopos crujientes y amarillos, posiblemente de tortilla de maíz palomero. En eso nos brinca enfrente una de esas hiperlocas con un bote agujerado y clama que como salgo de la tienda seguramente quiero ayudar al asilodeancianosdrogadictosdeldivinoseñordelastilapias. Los viejitos de enfrente de mí utilizan una técnica evasiva tan efectiva que yo me topo de frente con la hiperloca y una flatchested pelirroja me embiste por detrás con un carrito de super que en su vida pasada fue un hummer.
Pausa. ¿Han visto cómo los carritos de súper tienen una barra estratégicamente colocada justo a la altura del tendón del talón? ZAZ!
Mi tendón de Aquiles, pensé en la exposición de los muertos, en la película de Hostal, en la de Pet Sematary, todo eso mientras me desplomaba y el carrito seguía atropellándome.
En el suelo yo, rodeada de mariposas y la flatchested pelirroja se disculpaba y disculpaba. Yo no puedo creer que el pie no me aguanta, entonces trato de pararme y caigo y caigo y caigo. NADIE me ayuda a pararme pues (espero) todos están tan anonadados como yo. Al final pongo mi peso en la otra pierna y me levanto como espantapájaros y brincando brincando me voy.
Llego al carro, se me sale una lágrima. Una monarca se posa en mi cabeza y veo mi pie, sangre y morado. Rodolfo me observa y me dice, los totopos están aplastados y el periódico arrugado, ¿qué pasó?
Me atropellaron, le digo.
Mariposa se ríe.
Llegamos a casa de mi madre, le enseño pie, periódico, totopos y sufro. Novio de mi madre me ve, se pasma y le empieza a salir sangre de la nariz. Madre me pone árnica. Dice que es maravillosa, que en el Kinder cuando los huerquillos se raspan, o les salen chichones, o muerden a todo el mundo, etc. con una embarradita de árnica ninguna mamá tres-copetes se da cuenta. Pomada maravillosa… ¡árnica! ¡Y muy barata!
Pos total, saco los totopos y empiezo a preparar los chilaquiles. Agarro la cebolla con la mano izquierda y el cuchillo (filoso) y lentamente (porque todo aquí ocurre despacio, como modelo de bikini saliendo del agua) gira, vira y cae, con la punta hacia el suelo y luego no hacia el suelo, hacia mi pie izquierdo, hacia mi dedo gordo, y sangre. Mis ojos y boca dicen “o”. Madre grita y corre por el árnica.
Sufro. Y vuelan las mariposas. Desclavo el cuchillo y el suelo se pone rojo.
Sale Rodolfo y limpia el piso de la sangre y decidimos que el sábado la voy a pasar fuera de todo lo peligroso. El horno lo prende él.
Y ya. No más crisis. Bueno, los totopos eran en verdad pedacitos de buñuelos, los chilaquiles sabían horribles.
Fin.
29.7.06
Del que sí pegó
Lo que más da miedo de un huracán es el día antes. Cuando están cerradas todas las tiendas y vacías las calles, que escuchas el martillar plak plak plak, la gente con la mirada un poco perdida, tú caminas y te preguntas si tienes todo, si lo vas a sobrevivir, si es suficiente agua, comida, madera en las ventanas, lámparas, si de veras tienes todo en la maleta de emergencia, si cargaste suficientemente tu celular, si está seguro el carro, si no se va a volar el tanque de gas, si mejor lo aprietas, y mientras tanto, oyes el plak plak plak.
Una vez que empieza, ya no puedes hacer nada. A mí siempre me ha llamado la atención la gente que sigue nerviosa una vez que el avión está volando. Antes de llegar al aeropuerto, antes de pasar por los rayos X, antes de despegar, incluso, pero en el aire, ¿qué más puedes hacer? Ya no está en tu control.
Emily fue un juego, un huracancito pedorro. Duró, creo, tres horas, se apagaron las velas. Básicamente, en términos playenses, duró un six. En la mañana que salimos y vimos los destrozos, era pasmante. Ramas, tejas, cocos, el mar se había llevado la orilla, había lugares que parecía que una mano que había bajado del cielo los había aplastado. A machetazos abrimos un camino para sacar a Don Pepe para que pudiera ir al hospital. Levantamos palmeras y barrer barrer barrer escombro.
Pero Wilma. Comenzó el jueves. Tres días encerrados, oyendo cómo bramaba el mar. La madera de la ventana se voló en la primera hora, pero no se puede hacer nada mas que esperar. Jugar cartas, contar historias, escuchar, platicar, tomar cerveza, fumar.
El domingo salimos, el huracán era ya categoría uno, un viento de unos 50km por hora. La arena pulía nuestras caras.
La gente pasaba y veía un oxxo abierto, se llevaron cerveza, papas, luego refrescos, luego los refrigeradores, las cajas registradoras, los anaqueles, los focos. En Playa al menos esperaron a que Wilma rompiera los vidrios; en Cancún, los chamacos y sus padres rompían ventanas y abrían portones. Un amigo vio cómo llegó un Hummer a un Soriana y empezó a sacar lavadoras y una sala. Dio seis vueltas antes de vaciar la bodega. ¿Hambre? Jamás hubo. ¿Falta de comida? Nunca.
Claro, las compras de pánico. Uno cree que se va a acabar el pan, llega el camión, deja 20 bolsas de pan bimbo en un super, llega la primera persona, cree que se va a acabar, y compra todas las bolsas, entonces... ¡se acaba el pan!
Pero comida había.
Señora con una televisión de plasma, la detiene una reportera y la vieja exclama, ¡es que nos estamos muriendo de hambre!
A la vecina de la suegra Alex, una señora de como 75 años, le rompieron una ventana el sábado. Se metieron diez personas, "compermiso," le dijeron, y le vaciaron la casa, mientras ella veía todo desde la sala. Le dejaron el sofá en el que estaba sentada y dos latas de atún.
Arriba Fox que llegó y solucionó el conflicto en dos patadas.
El DIF y el ejército llegaron a repartir despensas. Yo vi a la gente de la selva tirar la comida o dársela a los cerdos, "mira, galletas marca Lara, yo sólo como Saladitas Santos". Un pueblo entero se cruzó de brazos y decía, "el gobierno nos tiene que ayudar, no tenemos ni un camino para llegar a la carretera".
Después del huracán hubo dos actitudes. Nosotros salimos y vimos la destrucción. Afuera de la casa estaba la selva, se cayeron bardas enteras, árboles y postes. Secamos los charcos, limpiamos el escombro, a machetazos quitamos las ramas que podían caerse, limpiamos los vidrios, entre todos los vecinos. Al medio día, ya se podía circular por nuestra calle. Fue de las primeras que pudo arreglar la CFE. Una familia gringa a ocho casas para allá no limpió nada. Su árbol cayó en su cochera y bloqueaba casi toda su puerta. Pedían que el gobierno los ayudara. A los tres días tenían luz, pero al mes seguían con el escombro en su casa.
A Sergio le robaron su tinaco. Durante el huracán se cayó del techo a casa de un vecino, el vecino lo vendió. Era increíble ver a la gente que si podía llevarse algo lo consideraba como algo encontrado. La diferencia entre hallar un billete de 50 pesos en el suelo y un refrigerador en una tienda sin puerta era la misma.
Gente que decía, yo soy pobre y por eso me debes ayudar. Fox que pregunta, "¿en qué ayudo,?" y la policía le dice que hacía dos meses habían pedido uniformes y no les habían llegado.
Por un lado el altruismo, pero en general, un cinismo desmesurado.
Una vez que empieza, ya no puedes hacer nada. A mí siempre me ha llamado la atención la gente que sigue nerviosa una vez que el avión está volando. Antes de llegar al aeropuerto, antes de pasar por los rayos X, antes de despegar, incluso, pero en el aire, ¿qué más puedes hacer? Ya no está en tu control.
Emily fue un juego, un huracancito pedorro. Duró, creo, tres horas, se apagaron las velas. Básicamente, en términos playenses, duró un six. En la mañana que salimos y vimos los destrozos, era pasmante. Ramas, tejas, cocos, el mar se había llevado la orilla, había lugares que parecía que una mano que había bajado del cielo los había aplastado. A machetazos abrimos un camino para sacar a Don Pepe para que pudiera ir al hospital. Levantamos palmeras y barrer barrer barrer escombro.
Pero Wilma. Comenzó el jueves. Tres días encerrados, oyendo cómo bramaba el mar. La madera de la ventana se voló en la primera hora, pero no se puede hacer nada mas que esperar. Jugar cartas, contar historias, escuchar, platicar, tomar cerveza, fumar.
El domingo salimos, el huracán era ya categoría uno, un viento de unos 50km por hora. La arena pulía nuestras caras.
La gente pasaba y veía un oxxo abierto, se llevaron cerveza, papas, luego refrescos, luego los refrigeradores, las cajas registradoras, los anaqueles, los focos. En Playa al menos esperaron a que Wilma rompiera los vidrios; en Cancún, los chamacos y sus padres rompían ventanas y abrían portones. Un amigo vio cómo llegó un Hummer a un Soriana y empezó a sacar lavadoras y una sala. Dio seis vueltas antes de vaciar la bodega. ¿Hambre? Jamás hubo. ¿Falta de comida? Nunca.
Claro, las compras de pánico. Uno cree que se va a acabar el pan, llega el camión, deja 20 bolsas de pan bimbo en un super, llega la primera persona, cree que se va a acabar, y compra todas las bolsas, entonces... ¡se acaba el pan!
Pero comida había.
Señora con una televisión de plasma, la detiene una reportera y la vieja exclama, ¡es que nos estamos muriendo de hambre!
A la vecina de la suegra Alex, una señora de como 75 años, le rompieron una ventana el sábado. Se metieron diez personas, "compermiso," le dijeron, y le vaciaron la casa, mientras ella veía todo desde la sala. Le dejaron el sofá en el que estaba sentada y dos latas de atún.
Arriba Fox que llegó y solucionó el conflicto en dos patadas.
El DIF y el ejército llegaron a repartir despensas. Yo vi a la gente de la selva tirar la comida o dársela a los cerdos, "mira, galletas marca Lara, yo sólo como Saladitas Santos". Un pueblo entero se cruzó de brazos y decía, "el gobierno nos tiene que ayudar, no tenemos ni un camino para llegar a la carretera".
Después del huracán hubo dos actitudes. Nosotros salimos y vimos la destrucción. Afuera de la casa estaba la selva, se cayeron bardas enteras, árboles y postes. Secamos los charcos, limpiamos el escombro, a machetazos quitamos las ramas que podían caerse, limpiamos los vidrios, entre todos los vecinos. Al medio día, ya se podía circular por nuestra calle. Fue de las primeras que pudo arreglar la CFE. Una familia gringa a ocho casas para allá no limpió nada. Su árbol cayó en su cochera y bloqueaba casi toda su puerta. Pedían que el gobierno los ayudara. A los tres días tenían luz, pero al mes seguían con el escombro en su casa.
A Sergio le robaron su tinaco. Durante el huracán se cayó del techo a casa de un vecino, el vecino lo vendió. Era increíble ver a la gente que si podía llevarse algo lo consideraba como algo encontrado. La diferencia entre hallar un billete de 50 pesos en el suelo y un refrigerador en una tienda sin puerta era la misma.
Gente que decía, yo soy pobre y por eso me debes ayudar. Fox que pregunta, "¿en qué ayudo,?" y la policía le dice que hacía dos meses habían pedido uniformes y no les habían llegado.
Por un lado el altruismo, pero en general, un cinismo desmesurado.
25.7.06
Viñeta sobre el jefe
Grita. Parece creer que podríamos no escucharlo, pero el hecho de que cuatro escritorios uno frente al otro posiblemente absorban el ruido es inpensable.
¡Edith! ¡Esta palabra lleva acento!
Mentira, así no empieza. Primero me grita de un lado de la oficina a otro, luego me hace caminar, me pide la regla gramatical del según error que encontró. A la décima le digo, "sí, puede ser". Entonces, la pausa.
Recorro la oficina hasta mi escritorio.
Me siento.
Ahora sí, el grito.
¡No es posible, esto no puede ser, qué vamos a hacer!
Uno podría pensar que realmente son preguntas. Debido a su construcción gramatical, pero no. los jefes pueden hacer de eso una interjección cuyo significado emotivo es "ahora-sí-la-cagaste, cómo-es-posible-que-exista-gente-así". (exclamación, no interrogante).
Yo lo vi (llevo un mes y 5 gritos).
Se frustó.
Me gritó que no era personal.
¡Claro que es personal! ¿Cómo no va a ser personal si me está gritando?
Y pensé. Mañana renuncio.
¡PAUSA!
Mi teléfono suena.
Es el jefe. Me cita, no en la oficina. NO. En ¡VIPS!
Buh, me va a correr y yo que quería mandarlo a volar.
¡Edith! ¡Esta palabra lleva acento!
Mentira, así no empieza. Primero me grita de un lado de la oficina a otro, luego me hace caminar, me pide la regla gramatical del según error que encontró. A la décima le digo, "sí, puede ser". Entonces, la pausa.
Recorro la oficina hasta mi escritorio.
Me siento.
Ahora sí, el grito.
¡No es posible, esto no puede ser, qué vamos a hacer!
Uno podría pensar que realmente son preguntas. Debido a su construcción gramatical, pero no. los jefes pueden hacer de eso una interjección cuyo significado emotivo es "ahora-sí-la-cagaste, cómo-es-posible-que-exista-gente-así". (exclamación, no interrogante).
Yo lo vi (llevo un mes y 5 gritos).
Se frustó.
Me gritó que no era personal.
¡Claro que es personal! ¿Cómo no va a ser personal si me está gritando?
Y pensé. Mañana renuncio.
¡PAUSA!
Mi teléfono suena.
Es el jefe. Me cita, no en la oficina. NO. En ¡VIPS!
Buh, me va a correr y yo que quería mandarlo a volar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)