Como ha sido tanto sin escribir y han pasado muchas cosas, empiezo por ayer. O antier, como quieran verlo.
Pues regreso de tour, (nota, ver blog Pollos con salmonella) y me dicen que siempre no descanso mañana, que porque hay muchos tours, y “échanos la mano”, y “no te enojes”, y “ay, yo también estoy cansado, llevo como 4 horas frente a la computadora”, pos total me dice Manuel que me prepara un caldo de pescado, que estuvo pelando cabezas de pescado y que está machín su caldo, “rentamos unas pelis y la pasamos chido” y yo, pos bueno. Como a las 2 am me remuerde la conciencia que me voy a levantar a las 5 y no es seguro manejar en estado semi etílico ni desvelada, digo, todo mundo lo hace, pero yo no soy buena en eso. Además, viene un huracán, -pero seguramente no habrá tours si hay huracán- -claro que sí, vas en la camioneta con vientos de 100km/hr y van cayénse árboles, los pájaros se estrellan en el parabrisas, y cuando caminas por la selva, caen ramas.
Edith piensa, pos no voy, abri otra chela y dieron las 4 am.
Al día siguiente hablo a las 6 am a la oficina, oye, no voy a ir. Pues ven acá a la oficina.
Bueno, el diálogo con el alex fue el siguente.
Yo no sé qué tienen los alejandros, pero con este de la oficina uf, es un idiota.
Edith: hay huracán, yo no manejo así.
Alex: pues sí mira la verdad es que todos vamos a seguir lo de la orden de servicio.
Edith: pues te estoy diciendo que no voy así.
Alex: pues sí, pero mira, la verdad es que aquí dice que estés en la oficina.
Edith: pues sí, pero es muy peligroso y no voy a ir.
Alex: pues sí, pero mira, aquí dice que tú sales y tienes que salir.
Edith: pero no voy a ir, hasta tengo el estómago revuelto de los nervios (traducción, cruda).
Alex: pues sí bonita, pero tienes que ir, acá te decimos, porque la orden dice que vamos a salir y tienes que estar aquí.
Bueno, esto siguió un rato, fui a la oficina. Me dicen que mi camioneta es la trece.
Yo digo, bueno gracias, pero no voy.
Me dicen que pase a renunciar con Alfredo.
Paso a renunciar con Alfredo.
Me regreso donde manuel y me duermo hasta las 12.
Luego me levanto, me voy a mi casa, bueno, antes paso a comprar unos noodles tailanedeses al super, la gente corriendo por todos lados comprando agua, pilas, latas, velas, madera, todas las casas con madera en las ventanas, las cintas de masking tape, los noodles cerrados, paso a macdonalds (arriba el sistema capitalista que se beneficia con las tragedias). Me baño, busco mi blusa de “may the flying hamster of doom rain coconuts down your pitiful city”, no la encuentro, me decido por la segunda mejor… El santo!
Paso a la playa, ahí está la banda, organizando quién tiene el mejor refugio. Se necesita un lugar sin ventanas y con comida. Se organiza la expedición a buscar agua, latas, y velas. Ellos ya pasaron al restaurant oaxaqueño y agarraron pisto. Por cierto, dejaron de vender alcohol por el huracán.
Situación expicada, cuando viene huracán lo que hace la gente es comprar chingos de alcohol, juntarse en casa de alguien y jugar cartas tres días. Cuando caminas por el pueblo, todo vacío, solo oyes el martilleo de las maderas que todavía se están poniendo para tapar los locales, todas las tiendas cerradas.
El mar está como el pacífico, olas de tres metros, rompiendo en la costa, agarrando costales de arena y llevándolos mar adentro, cozumel casi no se ve. El cielo está negro de nubes. Las olas más y más altas. La banda hace lo que hace cualquier persona en esa situación, va por sus tablas de surf y se mete al mar.
Llega el ejército y protección civil, unos con metralletas y otros con silbatos van sacando a todo mundo.
Terminamos en casa de anselmo, chingo de alcohol, hartos sangüiches, hartos cigarros. Pensando que desde el balcón se verá chido el huracán.
Pues horas después ni chipi chipi, prendemos la tele y en azteca siete anuncian la llegada del superstorm (haciendo referencia a la película esa donde se congela nueva york y salen lobos). Hablan de las olas gigantes y cómo el ejército está movilizando a la población, irasema me habla, se salió de cozumel y se fue a cancún, tomó un avión a españa y se va a quedar allá, me habla después “cerraron el aeropuerto”.
Ni viento, ni nubes, las estrellas se ven hermosas.
La mitad de la gente de la fiesta acabó con sus megadotaciones de drogas (por si mañana no hay vida) y están tirados en varios lugares, un guey de esos de “yo soy escritor, y cuando escribes todo es una historia, los personajes se desarrollan…”
Me harta y le digo, “ahh, eres escritor?” “sí” “y de eso vives?” silencio sepulcral. Pasamos a hablar de huracanes, temblores y a mirar el balcón. No pasa nada.
A las doce cada quien para su casa.
Hoy a curarme la cruda, encontrar otra casa y asolearme en la playa.
14.9.04
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