Para Marcela
A veces al
ver las noticias y leer los comentarios sobre ellas o escuchar a amigxs, familiares y
conocidxs que cuentan lo que qué crees que les pasó el otro día, me pongo triste y
pienso que la única solución es que las arañas nos coman a todos porque el
meteorito no va a caer a tiempo. Me evado un poco leyendo o caminando por
parques o bosques y luego vuelvo al mundo con un poquito más de fuerza.
Pues la última
evasión fue con unos fabliaux franceses del siglo XIII, las fabliaux son como fábulas, pero no tienen moraleja, son humorísticas y los personajes
son generalmente gente común y corriente (no animales o reyes). Son buenísimas, muy chistosas.
Y les quiero decir que estamos mejor.
Así es. Leyeron bien, como humanidad estamos mejor ahora que en el siglo XIII, porque nuestra indignación sobre lo
incorrecto propone un mapa moral de lo aceptable.
Me explico.
Una de las
fabliaux era sobre una mujer, cuyo marido salió en un viaje de negocios y ella se hizo amiga de un muchacho con quien compartió el lecho y con quien frotó, restregó y embonó sus genitales, lo que culminó en un embarazo. Cuando el
marido regresó, le preguntó que cómo era posible tal gravidez si él se encontraba
viajando con todo y su cuerpo, así que ella le contestó que estaba
extrañándolo mucho y abrió la ventana y mientras pensaba en su marido, en él, su único
amor, le cayó un copo de nieve en la boca y se lo tragó sin querer y se
embarazó.
Esta imagen no viene al caso pero me dio mucha risa Fuente: Decretum Gratiani (1340-1345) via |
El marido
no le creyó mucho, pero quería llevar la fiesta en paz, así que cuando nació el
niño medio lo toleraba.
Cuando el niño cumplió 15 años el marido le dijo a la madre que se lo
iba a llevar con él en un viaje de negocios para que fuera aprendiendo el
oficio. La madre no quería pero tampoco podía oponerse a las decisiones de él,
así que con muchas lágrimas se despidió de su hijo y su marido.
El marido
se fue con el muchacho a Lombardía, llegaron a Génova y ahí se quedaron en un hostal.
En el hostal el marido le vendió el muchacho a un hombre para que éste pudiera re-venderlo
en Alejandría en el mercado de esclavos. Después siguió en su trayecto haciendo
sus negocios.
Cuando
regresó a casa la mujer empezó a llorar porque su hijo no regresó. Le rogaba a
su marido que le dijera, por el amor de Dios, dónde estaba, por favor. El
marido le dijo, “Mujer, uno tiene que resignarse a los designios del mundo y no
vale la pena lamentarse. Cuando íbamos en el viaje pasamos por un lugar muy
caliente, no había árboles donde ponerse a la sombra, hacía mucho calor y
teníamos el sol sobre nosotros. Y el pobre muchacho… ¡se derritió! Pobrecito,
como estaba hecho de nieve.”
La fabliau
concluye con que la mujer se dio cuenta que el marido le dio a beber una taza
de su propio chocolate y que por supuesto, nadie podría culpar al marido de lo
que traviesamente hizo.
“L’EnfantQui Fu Remis au Soleil” fue reproducida en varios textos posteriores, incluso hasta casi el siglo XVII,
cambiando un poco y poniéndole más y más culpa al adulterio conforme pasaban los
años y la iban contando más y más monjes.
De nive conceptum quem mater adultera fingit
Sonsus eum vendens liquefactum sole refingit
(la versión de un monasterio)
Cuando una
madre adúltera finge concebir por la nieve
Su marido
vendedor asegura que se derritió por el sol
Hasta que
llegó un punto que la historia no era chistosa y se dejó de contar.
Esta imagen tampoco viene al caso pero también me gustóFuente: La Somme Le Roy (1311) vía |
Volviendo a
lo que les decía arriba, algo pasó que en nuestra mente colectiva el vender a un
niño como esclavo por las "culpas" de la madre ya no es moralmente aceptable. Es
repugnante y brutal que esta situación hubiera causado risa y vivas, apoyando
la decisión del cornudo.
Esto no
quiere decir que en mundo de ahora no haya esclavos, de hecho, hay muchísimos,
pero su existencia causa repulsión e indignación y mucha gente se une para
intentar detener esto.
Así que me
empecé a enfocar en las cosas que nos encolerizan hoy en día y que se
denuncian. En esos crímenes cometidos que causan la repulsión general, en aquellas injusticias que
provocan rabia al liberar a culpables, o esas excusas moralmente reprobables que producen cólera.
Al enmarcar
nuestra existencia en un contexto histórico nos ayuda a ver que ciertas
actividades que no eran consideradas faltas hasta hace muy poco (por ejemplo,
golpear a la pareja, violar a las niñas, vender a los hijos) ahora son crímenes que se denuncian y
se someten a un proceso legal. Es verdad, sí, es un proceso corrupto y
asqueroso, pero vamos un poquito mejor porque como colectivo, nos indignamos y
tipificamos el delito.
Esto no
quiere decir que vivamos en el mejor de los mundos posibles ni que toda esta
crisis de derechos sea solamente un producto de nuestras mentes. Porque estas cosas siguen sucediendo. Tampoco implica que todos luchen contra estas injusticias o que la lucha sea fácil.
Aunque estas cosas siguen sucediendo hay un poquito de esperanza ya que las reacciones de indignación demuestran un avance en la moral de nuestra humanidad.