24.8.07

See no evil

El sábado fui mala, perversa, desconsiderada, evil, todas esas cosas que llevan a la gente directito al infierno, porque acompañé a una compañera del trabajo a que le operaran los ojos y después la dejé ciega en su casa, tanteando con los brazos extendidos las paredes y gritándole a una repisa que qué interesante situación porque estaban leyendo a hellen keller y que la experiencia que les contaría a sus alumnos sería genial.
Yo cerré la puerta y le grité, “ok, i left now!”
Terrible.
Pero la verdad es que ella me puso en la situación.

Yo no lo pedí.
¿se vale decir eso?
¿Asumir una responsabilidad y zafarse a la mitad? Dice mi mamá que si dices te jodes para todas las implicaciones del acto. Osea, en el momento en el que yo le dije a mi amiga canadiense que sí la iba a acompañar a su cita con el doctor para traducirle, debí asumir el que ella llegaría tarde, que se le olvidaría la dirección, que su saldo estuviera agotado y le tuviera que dejar usar mi celular, que habría dejado la cartera y le tuviera que negar el sumistrarle 6,000 pesos, que la regresara a su casa por la cartera, la llevara a pagar al consultorio, la transportara después al hospital para la cirugía de ojos (nombre en 20 minutos terminamos, dice el doc), la trasladara a la farmacia, le pusiera saldo a su teléfono, le prestara para las medicinas, la llevara a buscar a sus amigos gringos, luego la depositara en calidad de bulto ciego en su casa, le separara el dinero para que no le fuera a dar 500 pesos al de la pizza (es que después de que un amigo me contó que le puso 500 pesos a un stripper y se quedó sin dinero al inicio de las vacaciones en puerto Vallarta, yo separo mi dinero) y le pusiera marquitas con una navaja a sus botellitas, y todo a pesar de que le pregunté si nos íbamos a tardar mucho porque a las 3 pm yo tenía un compromiso.

La verdad, debo justificarla, porque es generalmente muy responsable, y todo empezó porque ella se levantó tarde, no sonó su despertador y el doctor nunca le comentó la propuesta de que si era viable que se operase, podía hacerlo inmediatamente. Las cosas fueron escalando al punto que eran las 3.45 pm y mi amiga canadiense estaba parada en medio de su casa manoteando al aire tratando de encontrar las tiritas esas que le cuelgan a los abanicos para prenderlos. Mientras decía, go, im ok, really, where is the kitchen?
-behind you-
le dije, y tragué saliva. -gulp-
Ok, go go, I can handle it.

Mi amiga canadiense


Juro que la conciencia me remordió. Pero por un lado sí pienso, ok, I HAVE done enough, pero por otro digo, yo solita me metí en esta situación y en este momento es mi responsabilidad. Pensaba en esa gente que dice que si salvas a alguien, su vida te pertenece. Porque en el momento que tú decides entrarle, no se vale salirse a la mitad y exclamar, ahh, no, esto es ya demasiado, nádale tú. Que se arregle sola, quién le manda decir que sí a la operación. Porque atrabancados somos todos, todos nos podemos despertar tarde, todos podemos llegar a un sábado en la mañana hechos un caos, pero en diferentes niveles. Esos niveles marcan las diferencias que toleramos y las que no.

Porque viéndolo bien, ¿cuándo más podría operarse, en verdad? ¿Un día que fuera conveniente para mí? De hecho me decía, go, i can take a bus.
(todavía no se daba cuenta que no traía la cartera) y yo le decía, nombre, apenas es la 1.30, sí la hago, no pasa nada.
Y en parte era mi compromiso del tiempo, pero también era esa sensación de la irresponsabilidad total, de permitirse estar en este momento en la que muchos de los aspectos dependen de lo que yo haga o decida. Y no. Porque era verdad, podía tomar un camión, porque todo siempre se soluciona, al final de cuentas, ni somos tan importantes, ni nadie nos necesita.

Pero, digamos, si vas caminando por la calle y ves a un herido, (no hay nadie alrededor,) ¿lo ayudas? Digamos que existe una razón fuerte para que te lo hayas topado, no sé, que si chaac, o el destino o incluso la misma suerte, pero sucede, que en ese momento estás ahí, frente al herido, ¿lo ayudas? Y si sí, ¿hasta dónde? ¿en qué momento lo debes dejar de ayudar?

Pues ahí la dejé. Pensé, que pida comida a domicilio (no imaginé que no podría leer el teléfono), que se duerma (si encuentra su cama), que escuche música (tenía una ipod, ojalá que le guste todo lo que tenga porque no iba a poder seleccionarlo), que se ponga sus gotas cada media hora (olvidé que no podía ver el reloj ni le puse la alarma).

Yo le hablé tres horas más tarde para ver cómo estaba, -i´m ok, i´ve been sleeping- y me volví a comunicar con ella el lunes –i can see! Blury, but see! My eyes are back!-.

Desde su primera memoria visual hasta la última, ayer, su mundo fue difuso. Hoy, mi amiga canadiense ya no usa lentes. Y la cosa es esto, es una operación de 20 minutos, pero para ella esto era su vida, y es así en cada momento en el que intervenimos, nos presentamos ante alguien con quizás una supuesta solución e interferimos en su única existencia. Pero mi amiga canadiense sobrevivió, porque finalmente eso sucede, sobrevivimos todos.

Así que no sé si me iré al infierno... bueno, por esto...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Para la otra consíguete mormones que se puedan quedar con ella todo el día.

:D

Anónimo dijo...

ya sé, y con el templo tan cerca de mi casa debí haberlo hecho. ¿no hay que convertirse?

katia dijo...

"¿Asumir una responsabilidad y zafarse a la mitad? Dice mi mamá que si dices sí te jodes para todas las implicaciones del acto."

Pues es así como el rol de un padre, tienes un hijo, le dás de comer y le creas traumas, y luego hay que soltarlos y dejárlos solucionar sus propios problemas.
:D

 
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