Un cocodrilo que por un siglo le daba suerte a quien lo alimentara vivía en un santuario en Bangladesh.
Pero como la crisis ha estado cabrona, los bangladeshianos le habían estado dando de comer muchísimo. Gallinas, pollos, cabritos, chivos, de todo y a todas horas, y los sacerdotes del templo sonaban un gong cuando llegaban los devotos con sus ofrendas.
El cocodrilo salía del agua y se lo comía. Y se lo comía. Y se lo comía. Hasta que se puso cerdo, paquidermo cocodrilo, cochigator gigantesco, sus patitas ya ni tocaban el piso.
Y esta semana se murió, pobrecito.
(1915-2015) |
Adiós viejito, ahora a ver quién podrá ayudar a los bangladeshianos.
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