Tengo un poco de
cabin fever o fiebre de la cabaña. Lo sé porque tengo unas ganas incontrolables de agarrar a hachazos
al güero.
En un largo invierno, Johny escribe una novela bestseller y reaviva su amor a su esposa e hijo |
Cabin fever es lo
que le da a la gente que pasa largas temporadas encerradas en una cabaña en
medio de la nada.
Es una cosa bien
chistosa en gringolandia que no muestran realmente las películas, pero como el
80% de Estados Unidos es rural. No sólo eso, sino que son latifundistas. Todas
las tierras que les quitaron a los indígenas para recluirlos en polvosas e
insalubres reservaciones se la repartieron los inmigrantes europeos y son
dueños de cien, doscientas hectáreas. Por tanto viven extremadamente aislados,
no saludan a los vecinos, tienen armas, y no les interesa ni tener seguro
social, educación gratuita, alguien que pavimente sus calles, policía, nada.
Son autosuficientes y altamente ignorantes, ven Fox News y los programas de Fox,
NBC, CBS, etc. y cualquiera de los miles deportes que se transmiten diariamente
porque la producción de entretenimiento en Estados Unidos es fenomenal.
Me fui por la
tangente. En sí la cabin fever es una claustrofobia por estar encerrad@ sin
mucho que hacer por un periodo largo.
Y yo no vivo en
un área rural, pero ha hecho un frío en Vacalandia que si sales te congelas.
Traté de fumarme un cigarro a -40 y se congeló el cigarro prendido, por el
vapor que yo exhalaba con el humo supongo, pero se hizo hielo en 3 minutos.
Éste es un día calientito |
Entonces no he
salido a tirarme en trineo, a correr, a caminar, afuera. Tampoco a ninguna de las
múltiples actividades que ofrece este pueblo, ya sea ir al mol del oeste, al
mol del este, al mol de midvale, al mol de hilldale o al mol de parkside.
Así que leo y
cuido al gato, pero no he hecho mucho más. Al no hacer mucho más, entra uno en
estado de hibernación y no dan ganas de hacer nada, así que uno hace menos y
bueno, cabin fever. Y como la escuela terminó a mediados de diciembre y comenzó
a finales de enero, creo que puedo describir esas semanas como una nube
obscura, fría, de mucho dormir.
En mi microcosmos
limitado traté de ayudar a un pajarito mexicanizándolo. Se ponía en una
covachita en la entrada de los departamentos y yo le daba masita porque ¿qué
comen los pajaritos?
Pero se congeló y
se murió.
Pero ya es febrero
y es hora de hacer algo. La marmota dijo que el invierno seguirá hasta mayo.
Así que, primero,
puse los objetos punzocortantes en la bodega que tenemos en el garage que tiene
candado y le di la llave al gringo marido. Luego lavé mi abrigo para quitarle
las manchas de ceniza y mocos congelados en las mangas. Mi madre me dijo que
volviera al blog, así que helo aquí. Por último, metí mi brasier deportivo y
unos tenis a una bolsa para ir al gimnasio que tiene calefacción.
A ver qué pasa.
Venga la vida invernal.
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