31.3.17

Aunque estas cosas siguen sucediendo...

Para Marcela

A veces al ver las noticias y leer los comentarios sobre ellas o escuchar a amigxs, familiares y conocidxs que cuentan lo que qué crees que les pasó el otro día, me pongo triste y pienso que la única solución es que las arañas nos coman a todos porque el meteorito no va a caer a tiempo. Me evado un poco leyendo o caminando por parques o bosques y luego vuelvo al mundo con un poquito más de fuerza.

Pues la última evasión fue con unos fabliaux franceses del siglo XIII, las fabliaux son como fábulas, pero no tienen moraleja, son humorísticas y los personajes son generalmente gente común y corriente (no animales o reyes). Son buenísimas, muy chistosas.

Y les quiero decir que estamos mejor.

Así es. Leyeron bien, como humanidad estamos mejor ahora que en el siglo XIII, porque nuestra indignación sobre lo incorrecto propone un mapa moral de lo aceptable.

Me explico.

Una de las fabliaux era sobre una mujer, cuyo marido salió en un viaje de negocios y ella se hizo amiga de un muchacho con quien compartió el lecho y con quien frotó, restregó y embonó sus genitales, lo que culminó en un embarazo. Cuando el marido regresó, le preguntó que cómo era posible tal gravidez si él se encontraba viajando con todo y su cuerpo, así que ella le contestó que estaba extrañándolo mucho y abrió la ventana y mientras pensaba en su marido, en él, su único amor, le cayó un copo de nieve en la boca y se lo tragó sin querer y se embarazó.

Esta imagen no viene al caso pero me dio mucha risa
Fuente: Decretum Gratiani (1340-1345) via


El marido no le creyó mucho, pero quería llevar la fiesta en paz, así que cuando nació el niño medio lo toleraba.

Cuando el niño cumplió 15 años el marido le dijo a la madre que se lo iba a llevar con él en un viaje de negocios para que fuera aprendiendo el oficio. La madre no quería pero tampoco podía oponerse a las decisiones de él, así que con muchas lágrimas se despidió de su hijo y su marido.

El marido se fue con el muchacho a Lombardía, llegaron a Génova y ahí se quedaron en un hostal. En el hostal el marido le vendió el muchacho a un hombre para que éste pudiera re-venderlo en Alejandría en el mercado de esclavos. Después siguió en su trayecto haciendo sus negocios.

Cuando regresó a casa la mujer empezó a llorar porque su hijo no regresó. Le rogaba a su marido que le dijera, por el amor de Dios, dónde estaba, por favor. El marido le dijo, “Mujer, uno tiene que resignarse a los designios del mundo y no vale la pena lamentarse. Cuando íbamos en el viaje pasamos por un lugar muy caliente, no había árboles donde ponerse a la sombra, hacía mucho calor y teníamos el sol sobre nosotros. Y el pobre muchacho… ¡se derritió! Pobrecito, como estaba hecho de nieve.

La fabliau concluye con que la mujer se dio cuenta que el marido le dio a beber una taza de su propio chocolate y que por supuesto, nadie podría culpar al marido de lo que traviesamente hizo.

L’EnfantQui Fu Remis au Soleil” fue reproducida en varios textos posteriores, incluso hasta casi el siglo XVII, cambiando un poco y poniéndole más y más culpa al adulterio conforme pasaban los años y la iban contando más y más monjes.

De nive conceptum quem mater adultera fingit
Sonsus eum vendens liquefactum sole refingit 
(la versión de un monasterio)
Cuando una madre adúltera finge concebir por la nieve
Su marido vendedor asegura que se derritió por el sol

Hasta que llegó un punto que la historia no era chistosa y se dejó de contar.
Esta imagen tampoco viene al caso pero también me gustóFuente: La Somme Le Roy (1311) vía

Volviendo a lo que les decía arriba, algo pasó que en nuestra mente colectiva el vender a un niño como esclavo por las "culpas" de la madre ya no es moralmente aceptable. Es repugnante y brutal que esta situación hubiera causado risa y vivas, apoyando la decisión del cornudo.

Esto no quiere decir que en mundo de ahora no haya esclavos, de hecho, hay muchísimos, pero su existencia causa repulsión e indignación y mucha gente se une para intentar detener esto.

Así que me empecé a enfocar en las cosas que nos encolerizan hoy en día y que se denuncian. En esos crímenes cometidos que causan la repulsión general, en aquellas injusticias que provocan rabia al liberar a culpables, o esas excusas moralmente reprobables que producen cólera. 

Al enmarcar nuestra existencia en un contexto histórico nos ayuda a ver que ciertas actividades que no eran consideradas faltas hasta hace muy poco (por ejemplo, golpear a la pareja, violar a las niñas, vender a los hijos) ahora son crímenes que se denuncian y se someten a un proceso legal. Es verdad, sí, es un proceso corrupto y asqueroso, pero vamos un poquito mejor porque como colectivo, nos indignamos y tipificamos el delito. 

Esto no quiere decir que vivamos en el mejor de los mundos posibles ni que toda esta crisis de derechos sea solamente un producto de nuestras mentes. Porque estas cosas siguen sucediendo. Tampoco implica que todos luchen contra estas injusticias o que la lucha sea fácil. 

Aunque estas cosas siguen sucediendo hay un poquito de esperanza ya que las reacciones de indignación demuestran un avance en la moral de nuestra humanidad.


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