3.6.10

Up in smoke!


Hoy estaba de mal humor y tenía ganas de desquitarme con alguien, así que me puse a buscar fumadores y gritarles de cosas.

Primero vi a un grupo de estudiantes fumando como a 20 metros de un edificio, así que les dije que se movieran, que sus humos tóxicos estaban entrando por la puerta. Luego vi a cada uno a los ojos y meneé la cabeza. Puercos, inconscientes.

Luego pasé cerca de un fumador en la calle y moví la mano e hice como si fuera a vomitar, luego tosí fuerte dos veces. Cof, coffffffffffff. Lo miré a los ojos y meneé la cabeza. Qué asco deveras. meneo, meneo. Ascoooo.

Ya estaba entrada, así que la siguiente que vi era una señora con una blusa azul, la apunté con un dedo y le grité que se iba a morir, que le hacía daño y que además creía que era una estúpida. Te va a dar caaaancerrrrrrrr.

Es obvio que la gente inteligente intenta mantenerse sana a toda costa, por lo tanto los fumadores son estúpidos. Estúpidos y fáciles de insultar. Pendejuelos tiznados de hollín y ceniza .

Luego vi a una mujer fumando y traía un carrito de bebé, me dije, ahora es cuando, y le aullé que su hijo se iba a morir de cáncerrrrrrr (2x1!!! yeiiii). Ella, mala madre, asesina, inepta, inculta, ignorante, y además ¡ apestosa!.  Y todas mis frustraciones y enojos por la ley de arizona se hicieron humo, mientras le gritaba a la vieja en todas las malas palabras insultantes del inglés, francés, italiano y alemán (hazte un lado merovingian), ella se puso roja roja, seguro por la falta de circulación, y finalmente aplastó su cigarro.

En verdad, esta gente fumadora es el chivo expiatorio necesario para un largo día de trabajo, políticas racistas, el asesinato del mundo por el petróleo, huracanes, malos salarios o simplemente el desahogo que se requiere cuando se vive en sociedad. Si no tienes para un sicólogo, grítale a un fumador. 
Claro, yo también fumo, pero ellos no saben, cuando la gente extraña se me aparece en la calle y me grita de cosas, me hace que me mueva, insulta mi inteligencia, o incluso los no tan extraños, si no más bien amigos que con (por supuesto) “buenas intenciones” me dicen lo malísisisimo que es fumar y que cuándo lo voy a dejar, porfavor, piensa en tu salud, piensa en tus futuros hijos, en tu vida, en cuanto apago mi cigarro salgo a la calle y me pongo a gritarle a cualquier otro incauto que vea con un cigarro encendido.  

Puf puf, liberación.

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