11.4.10

Fábulas de México I

The rule is perfect: in all matters of opinion our adversaries are insane. 

Había una vez una princesa perfecta que vivía en un mundo perfecto.

En un día perfecto se levantaba perfectamente al escuchar la melódica voz de su criada, se vestía con un primoroso vestido de los más lindos e intricados perfectos bordados. Bajaba a desayunar un desayuno de huevos perfectos, de gallinas gordas y perfectas, con tocino de soya y jugo de naranja recién exprimido por los cocineros, venidos de las más perfectas escuelas; mientras escuchaba el canto (perfecto) de los gorrioncillos a través de su ventana.

Pero un día su costurera, quien no vivía en este mundo perfecto, no pudo comprar el hilo para el bordado y comida para mantenerse viva mientras elaboraba el siguiente vestido perfecto. Así que la costurera se quejó. La princesa pronto solucionó esto y metió a la cárcel a la costurera. Así, su mundo perfecto volvió. Consiguió a otra costurera, de una comunidad indígena, que comiera menos.

La historia es predecible… (lo sé). De vez en vez, su mundo perfecto era asaltado por quejas de las gallinas esclavizadas, de la criada malpagada, de los productores de soya, de los cocineros hambrientos, hasta los gorrioncillos se quejaron. Prontamente eran metidos a la cárcel.

Cuando tenía a 2 millones de sus súbditos en las cárceles del reino y 10 millones en parole (disculpen, no conozco las cifras para México, éstas son de EEUU), la princesa empezó a temer. Y tenía bien en temer. Su mundo… ¡ya no era perfecto! Había sido perfecto, pero su mundo estaba siendo violado y mutilado por los criminales terroristas que iban en contra de la perfección.

Contrató guardaespaldas, policías y militares, pero pronto ellos también se quejaron. Empezaron a matarse en las calles por tratar de meter a los criminales terroristas narcotraficantes en las cárceles, porque ellos también querían ese mundo perfecto.

Y la pobre princesa lloraba y no entendía, hacía marchas vestida de bellos conjuntos blanco y negro, y hacía grupos de facebook en contra de la violencia. Y lloraba más. Y se quejaba. Pobrecita princesita.



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