1.Pide dinero.
2.Le llega dinero.
3. Ay no, tipo no.
Por lo tanto, yo quejante constante de mi ausencia de exhuberancia económica, si algo brilla, me detengo a media calle, me agacho y recojo hasta tuerquitas.
La cosa es que aquí, en gringolandia, la abundancia de pennies es increíble. Los regalan en las tiendas (take a penny!), los tiran en las esquinas, los aplastan para hacer diversas fichitas, nadie nadie nadie recoje pennies. Y me he dado cuenta de algo trascendental, ésta es la verdadera razón de por qué el mexicano cruza la frontera, entre serpientes cascabel, tarántulas, sequedad de desierto, migra y minutemen. Resulta que tienen un desorden psicológico, sufren de ...envidia del penny.
Freud decía al respecto:
"El primer paso... [es] un descubrimiento trascendental que los mexicanos pequeños están destinados a hacer. Observan el penny, sorprendentemente visible, brillante y de grandes proporciones, lo reconocen en seguida como el complemento superior de su propio peso, chiquito, pequeño y discreto, y a partir de entonces son víctimas de la envidia del penny... [En cambio] , cuando un gringuito observa por primera vez la situación económica de un mexicano, empieza por mostrar irresolución y falta de interés... No es hasta más adelante, influido por alguna amenaza de castración (léase, que le quitarán sus pennys), cuando la observación cobra importancia para él... y le obliga a creer en la realidad de la amenaza de la que hasta entonces se había reído. Esta combinación de circunstancias conduce a dos reacciones que pueden determinar permanentemente las relaciones del gringo con los mexicanos: horror a la criatura mutilada o exultante desprecio hacia ella... El mexicano se desarrolla de un modo distinto. Juzga y toma su decisión en un instante. Ha visto eso, el penny, sabe que no lo tiene y desea tenerlo.
A partir de ese punto se bifurca lo que ha sido denominado complejo de malinchismo... La esperanza de conseguir algún día un penny a pesar de todo y ser como un gringo persiste hasta una edad increíblemente tardía y puede ser motivo de las acciones más extrañas y, por lo demás, inexplicables Así, un mexicano puede negarse a aceptar el hecho de ser pobre o mexicano... y posteriormente verse obligado a comportarse como si fuese un gringo, adorando a Disney, vistiendo levis, diciendo ok, comprando, gastando y tirando las cosas descompuestas a la basura, endeudándose así cada vez más. Las consecuencias psíquicas de la envidia del penny son diversas y de largo alcance. Cuando un mexicano es consciente de la herida sufrida por su narcisismo desarrolla, como una cicatriz, un sentido de inferioridad. Cuando ha superado el primer intento de explicar su falta de penny como un castigo personal y se ha dado cuenta de que el carácter tercermundista es universal, empieza a compartir el desprecio sentido por los gringos hacia una moneda que es inferior en un aspecto tan importante, y se muda a europa o a Oaxaca..."
Por lo tanto, yo quejante constante de mi ausencia de exhuberancia económica, si algo brilla, me detengo a media calle, me agacho y recojo hasta tuerquitas.
La cosa es que aquí, en gringolandia, la abundancia de pennies es increíble. Los regalan en las tiendas (take a penny!), los tiran en las esquinas, los aplastan para hacer diversas fichitas, nadie nadie nadie recoje pennies. Y me he dado cuenta de algo trascendental, ésta es la verdadera razón de por qué el mexicano cruza la frontera, entre serpientes cascabel, tarántulas, sequedad de desierto, migra y minutemen. Resulta que tienen un desorden psicológico, sufren de ...envidia del penny.
Freud decía al respecto:
"El primer paso... [es] un descubrimiento trascendental que los mexicanos pequeños están destinados a hacer. Observan el penny, sorprendentemente visible, brillante y de grandes proporciones, lo reconocen en seguida como el complemento superior de su propio peso, chiquito, pequeño y discreto, y a partir de entonces son víctimas de la envidia del penny... [En cambio] , cuando un gringuito observa por primera vez la situación económica de un mexicano, empieza por mostrar irresolución y falta de interés... No es hasta más adelante, influido por alguna amenaza de castración (léase, que le quitarán sus pennys), cuando la observación cobra importancia para él... y le obliga a creer en la realidad de la amenaza de la que hasta entonces se había reído. Esta combinación de circunstancias conduce a dos reacciones que pueden determinar permanentemente las relaciones del gringo con los mexicanos: horror a la criatura mutilada o exultante desprecio hacia ella... El mexicano se desarrolla de un modo distinto. Juzga y toma su decisión en un instante. Ha visto eso, el penny, sabe que no lo tiene y desea tenerlo.
A partir de ese punto se bifurca lo que ha sido denominado complejo de malinchismo... La esperanza de conseguir algún día un penny a pesar de todo y ser como un gringo persiste hasta una edad increíblemente tardía y puede ser motivo de las acciones más extrañas y, por lo demás, inexplicables Así, un mexicano puede negarse a aceptar el hecho de ser pobre o mexicano... y posteriormente verse obligado a comportarse como si fuese un gringo, adorando a Disney, vistiendo levis, diciendo ok, comprando, gastando y tirando las cosas descompuestas a la basura, endeudándose así cada vez más. Las consecuencias psíquicas de la envidia del penny son diversas y de largo alcance. Cuando un mexicano es consciente de la herida sufrida por su narcisismo desarrolla, como una cicatriz, un sentido de inferioridad. Cuando ha superado el primer intento de explicar su falta de penny como un castigo personal y se ha dado cuenta de que el carácter tercermundista es universal, empieza a compartir el desprecio sentido por los gringos hacia una moneda que es inferior en un aspecto tan importante, y se muda a europa o a Oaxaca..."
Segismundo Freud En “De Naricísimo”.
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