30.10.06

Freaky accidents

Yo no sé a qué dios menor ofendí o qué pasó, pero el caso es que el sábado fui víctima de una serie de ataques y/o accidentes salidos del realismo mágico. Explico:

Voy saliendo de Gigante, con mi bolsa feliz, no podía creer que eran las 2 de la tarde y había encontrado periódico, y unos totopos crujientes y amarillos, posiblemente de tortilla de maíz palomero. En eso nos brinca enfrente una de esas hiperlocas con un bote agujerado y clama que como salgo de la tienda seguramente quiero ayudar al asilodeancianosdrogadictosdeldivinoseñordelastilapias. Los viejitos de enfrente de mí utilizan una técnica evasiva tan efectiva que yo me topo de frente con la hiperloca y una flatchested pelirroja me embiste por detrás con un carrito de super que en su vida pasada fue un hummer.
Pausa. ¿Han visto cómo los carritos de súper tienen una barra estratégicamente colocada justo a la altura del tendón del talón? ZAZ!
Mi tendón de Aquiles, pensé en la exposición de los muertos, en la película de Hostal, en la de Pet Sematary, todo eso mientras me desplomaba y el carrito seguía atropellándome.
En el suelo yo, rodeada de mariposas y la flatchested pelirroja se disculpaba y disculpaba. Yo no puedo creer que el pie no me aguanta, entonces trato de pararme y caigo y caigo y caigo. NADIE me ayuda a pararme pues (espero) todos están tan anonadados como yo. Al final pongo mi peso en la otra pierna y me levanto como espantapájaros y brincando brincando me voy.

Llego al carro, se me sale una lágrima. Una monarca se posa en mi cabeza y veo mi pie, sangre y morado. Rodolfo me observa y me dice, los totopos están aplastados y el periódico arrugado, ¿qué pasó?
Me atropellaron, le digo.
Mariposa se ríe.

Llegamos a casa de mi madre, le enseño pie, periódico, totopos y sufro. Novio de mi madre me ve, se pasma y le empieza a salir sangre de la nariz. Madre me pone árnica. Dice que es maravillosa, que en el Kinder cuando los huerquillos se raspan, o les salen chichones, o muerden a todo el mundo, etc. con una embarradita de árnica ninguna mamá tres-copetes se da cuenta. Pomada maravillosa… ¡árnica! ¡Y muy barata!

Pos total, saco los totopos y empiezo a preparar los chilaquiles. Agarro la cebolla con la mano izquierda y el cuchillo (filoso) y lentamente (porque todo aquí ocurre despacio, como modelo de bikini saliendo del agua) gira, vira y cae, con la punta hacia el suelo y luego no hacia el suelo, hacia mi pie izquierdo, hacia mi dedo gordo, y sangre. Mis ojos y boca dicen “o”. Madre grita y corre por el árnica.

Sufro. Y vuelan las mariposas. Desclavo el cuchillo y el suelo se pone rojo.

Sale Rodolfo y limpia el piso de la sangre y decidimos que el sábado la voy a pasar fuera de todo lo peligroso. El horno lo prende él.

Y ya. No más crisis. Bueno, los totopos eran en verdad pedacitos de buñuelos, los chilaquiles sabían horribles.
Fin.

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