Ya empieza el otoño
en vacalandia, la luna se pone grandota, como una pelotota y los árboles se vuelven
punks y decadentes, van echando hojas naranjas y rojas como caspa. Ya se
secaron las plantas de tomates, se murieron los chiles y la albahaca y pum, se
gastó el verano.
Pero no queremos
prender el calentador de la casa, porque aunque los fríos de amanecer a 0
grados y llegar al punto más caliente al mediodía con 6 grados son medio
gachones, si no nos acostumbramos cuando llegue el invierno con sus -30 nos
vamos a morir.
Así que suéteres
para todos. Hasta para el gato.
A estas alturas, ya no tengo dignidad |
Como mi gato pesa
2 kilos, fui a comprar un mameluquito para recién nacido. Miren qué bonito.
Sigh |
Y como Simón, el
gato usado, se burló de él, le tocaron las alitas del halloween pasado.
Acerca esa mano, ándale, que te la voy a masticar. |
Ya sé, ya sé. En mi próxima vida voy a reencarnar como pekinés de la alta sociedad, o peor, en una de esas familias a las que les gusta meter a sus hij@s de cuatro años a concursos de belleza.
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