No había escrito
por dos mordelonas razones, sufría con sufrimiento dental y estaba de viaje.
Les cuento la historia que romperá algunos mitos, especialmente el de que
Estados Unidos tiene un excelente sistema médico y el de que sus profesionistas
son los más capacitados.
Existe, al menos
en México, la creencia de que si necesitas un tratamiento especializado en algo
médico o dental debes ir a Houston, o mínimo a una clínica en Estados Unidos.
Parece que fue verdad en algún momento ahora ya no lo es. Yo les voy a contar
mi experiencia con mis dientes.
En mayo decidí
que ya era hora para mi limpieza dental, porque no iba a poder ir a Monterrey
con mi dentista de siempre, traté de hacer una cita aquí en Vacatown, en el
Midwest de Gringolandia. Me la dieron para el 28 de agosto. Pensé que era un
poquito exagerado el tener que esperar 4 meses, pero después de llamar a otras
oficinas dentales me di cuenta que ése es el promedio para obtener una cita.
Además, mi seguro por el que pago dos mil pesos mensuales (ésa es otra
historia) cubre hasta $1000 de ciertas cosas dentales anuales y nunca lo había usado
(tampoco puedo cancelar el seguro a pesar de que me cuesta 20% de lo que gano, es
lo que los gringos consideran equivalente al seguro social).
Llegó agosto y
fui.
La limpieza dental
Llegas a una
oficina de lujo, con sillones cómodos y revistas nuevas. Uno empieza a ver por
qué los costos son tan altos. Te dan una carpeta con más o menos 250 hojas en
las que tienes que llenar todo tu historial médico, incluyendo la fecha de tu
última menstruación (¿?), luego un perfil sicológico de qué tanto miedo le
tienes a los dentistas y una serie de formas en las que liberas a la clínica de
cualquier error que pudieran cometer.
Después uno pasa
con la asistente dental, que en el 99% de las veces es una mujer. Ella se
encargará de tomarte radiografías, ver tu historial clínico (cero, en mi caso,
porque cuando digo que he ido al dentista en México se imaginan una fogata y
gente semidesnuda danzando, aullando y sacrificándole ranas al dios Chaac
mientras otro con un cuchillo de obsidiana me da de mazazos en los dientes) y
hacer la limpieza usando sondas y raspando con huevos (en otras palabas, con el
instrumento de metal que tiene un ganchito y tallando los dientes como si fuera
billete de lotería instantánea, agarrando de vez en cuando mi encía y haciendo
que la sangre botara por todos lados), después dijo que iba a usar el (no
miento) Clean-o-nator, que era una especie de taladrito para darle más duro a la
pulida. La última vez que fui a México a hacerme la limpieza habían usado una
mugre ultrasónica y después rayos ultravioletas, para mí esta experiencia con
sangre, pulidos de esmalte y taladros en mis encías era como un poco salvaje.
Luego me talló
los dientes con una pasta sabor a menta-popó. No hay un lugar donde escupir,
así que o cierras tu boca en la aspiradorsita o te lo tragas.
Una vez que
estuve completamente adolorida y ensangrentada de los dientes apareció el
dentista. El 82.8% de los dentistas en Estados Unidos son hombres. Me dice que tengo un agujerito en una muela,
me muestra con el espejo, y sí, apenas se nota y no es ni caries, es en mi
primer molar del lado izquierdo. Yo me lavo los dientes como 10
veces al día, uso hilo dental y me enjuago con Act, y nada, me salen estas
mugres. Toda la familia del lado de mi mamá es así, tenemos dientes del nabo.
Anyway, mi dentista en México lo que hace es echarle empaste o resina y ya.
Así que me el
macho dentista gringo me muestra el agujero y me recomienda una corona. Y yo, “what? ¿Una
corona? Si la pieza está buena, es un agujerito donde no cabe ni un grano de
sal”.
Y el doctor dice,
“bueno, si quieres un empaste se puede hacer, pero recomiendo una corona.”
Y yo le pregunto,
“¿incluye el seguro la corona?”
“Por supuesto que
no.” Contesta en shock, como si preguntar cuánto cuesta algo es equivalente a
escupirle a un bebé.
-“¿Y el empaste?”
-“Sólo el
metálico.”
-“What? ¿el
metálico? ¿Qué no es ilegal?”
Y me dice el muy
cínico, “es controversial.”
Controversial mis
ovarios, terminas envenenado, según yo en México están prohibidos esos empastes,
¿o no? Pero de que te envenenas, te envenenas. Y el de resina en gringolandia
vale $95 por cada empaste, más el trabajo del dentista, así que mejor me quedé con mi hoyito.
En espanto total
salgo de ahí. Agarro agua helada y me enjuago mis adoloridas encías, llenas de
rasguños y cortadas.
Las muelas del juicio
El caso es que la
historia todavía no termina, porque tenía las muelas del juicio de arriba tan
grandes y largas que ya que no me dejaban cerrar bien la boca y comerme con alegría unos
chicharrones. Estaba pronta a convertirme en scutosaura.
¿Qué me ves, pues? |
En la gringa
burocracia, para que te puedan extraer las muelas del juicio, el dentista debe
dar la orden, sin orden no hay cita. Y el macho dentista gringo dijo que sí tras
renegar de por qué no me saqué las de abajo y las de arriba al mismo tiempo y
seguro pensando en tambores, fogata y puñales de obsidiana. Pude hacerla en
ese momento para la siguiente semana, el
doctor de las extracciones era un cirujano maxilofacial en una clínica en el
centro de la ciudad.
Para cuando fui a
mi cita de la extracción de las muelas del juicio apenas había dejado de
sangrar de las encías, pero me dolía mucho mi segundo molar de abajo del lado
derecho.
Llegué y me
atendió la asistente dental y me hizo llenar como 27 hojas de disclaimers de
que podía pasarme de todo, hasta infartos. Los firmé o no me atienden.
Llegó el
cirujano, quien debía tener como 20 años menos que yo y era medio retrasadito
mental. Le dije que me dolía la segunda muela de abajo, del lado derecho, la
vio y me dijo que no era nada.
Luego agarró una jeringota y me inyectó
directamente en la encía y el paladar. ¡Así! ¡Sin anestesiarme siquiera! Cuando
la aguja entra entre los dientes se escucha que cruje y duele ¡como si te
hubieran metido una aguja en la encía! Empecé a sentir que no podía respirar,
le dije y me contestó que todos reaccionan diferente. Pensé en relajarme
mientras repetía mantras simpáticos como “chingaaaas a tu madreeeee”.
Luego como si
fuera el siglo XIV, agarró unas pinzotas, pescó mi muela del juicio derecha
y dio vueltas, jaló y gruñó hasta que me la arrancó. Todavía no salía del shock
cuando pescó la otra e hizo ídem.
Igualito, pero sin rasurarse. Fuente: Palmer, James le, Londres(1360-1375) |
Mis dos muelitas
estaban ahí en la charola. Justo cuando iba a intentar agarrarlas me mete una
gasa en la boca y me dice que apriete. Apreté.
Mis muelitas
ensangrentadas. Pobrecitas. Las iba a recoger y me ve con horror, quesque no
las puedo tocar porque es biohazard, osea, que era un riesgo biológico
equivalente a un arma terrorista potencialmente infecciosa. Volví a intentar
tomarlas pero rápidamente se las llevaron para que no fuera a empezar la
tercera guerra mundial con mis muelas (da foc?).
Entonces el
matasanos se quita los guantes y empieza a llenar papeles. Yo abrí los ojos y
pregunté como pude (porque seguía con la gasa en la boca), "¿no me van a coser?
¿A enjuagar?"
Me vio chistoso,
me dio una hoja y me indicó dónde podía pasar a pagar.
El total fue de
$390 dólares, de los cuales el seguro pagó el 90% (el seguro a partir del año
que entra no cubrirá extracciones).
Me salí a esperar
a mi gringo marido que había planeado recogerme en exactamente dos horas.
Tiempo durante el cual se me pasó la anestesia y yo pude llorar de dolor,
cruzarme la calle, entrar a la única tienda a la redonda (una licorería),
comprar 2 caguamas heladas y sentarme afuera de la clínica tratando de bajarme
el dolor a base del frío, porque tomar en la vía pública es ilegal, y pensar en
a cuál nivel del infierno se deberían ir todos los dentistas.
La “recuperación”
Pasaron tres
semanas en las cuales yo llevé mucho cuidado en que nada del humus, sopa de
tomate, V8 y gazpacho fuera a caer dentro de los agujeros porque no tenía antibióticos
y no iba a tener. Y así estuve, con mis agujeros floreados y sangrando
constantemente, comiendo puras papillas. De vez en cuando me salían pedacitos
de muela que el dentista del averno había dejado sin extraer.
Un día compramos
unas uvas y yo no pude más, agarré una uva y la mordí y la mastiqué. En ese
momento mi segundo molar de abajo del lado derecho (exactamente el que el asno
dentista había rebuznado que no tenía nada) se partió a la mitad, se cayó y dejó mi
nervio expuesto.
Después me
enteraría con mi dentista mexicano que posiblemente en la limpieza debilitaron
la muela al arrancar alguno de mis empastes, pero que seguramente al extraer la
del juicio se apoyaron ahí y la partieron a la mitad.
La corona y el servicio dental en Estados Unidos
Me dolía hasta
tomar agua. Empecé a informarme de los costos de las coronas y tratar de
conseguir una cita pero ya, para que me taparan el nervio. Gracias a que mi muy
querida amiga BCG trabaja en precisamente ayudar gente a moverse en sus
seguros, amenazándolos con que los iba a demandar, pudo conseguirme una cita al día siguiente en la mañana (en otra
clínica) y verificar que el empaste que me pondrían estaba cubierto con el
seguro.
Fui. Me
empastaron. Eso salió en $300 dólares, que cubrió el seguro. Ahí me enteré que
la limpieza me había costado, probablemente (porque bellos ellos, nunca te
dicen el costo total sino hasta cuando te mandan la cuenta) como otros $500
dólares, el promedio es $250 por limpieza, pero como yo era paciente nuevo que
venía de la jungla, tambores, fogata, cuchillo de obsidiana...
Atención,
servicio al público en general. El extracto de clavo quita el dolor
inmediatamente, también es analgésico, antiséptico, cicatrizante y antibiótico
(leve). Cómprenlo y ténganlo a la mano para cuando se les parta un diente.
El saborcito ése que te queda después de ir al dentista... es clavo. |
El procedimiento a
seguir era:
Opción 1:
endodoncia, poste, corona temporal por un mes y luego colocación de corona
permanente.
Opción 2:
extracción.
Me hicieron los
presupuestos tentativos (todos los precios son en dólares y firmé disclaimer
para que me dieran el presupuesto bajo el conocimiento que mínimo costaría esto pero máximo
no podían decirme):
Opción 1
- Endodoncia: $1000 por diente, si no hay complicaciones
- Poste: $2000
- Corona de metal: $1750
- Corona de resina: $4000
- Corona de porcelana: No existe, pero en otros lugares costaba $5000
- Cada inyección de anestesia: $86
- Cada rayos equis: $68
- Más lo que cobre el dentista: ¿?
- Total corona: mínimo $5,500
- El costo de la extracción va de $75 a $600, dependiendo de la anestesia.
Entonces llamé a
mi dentista en Monterrey, el mero bueno, conseguí cita para el día siguiente,
me subí a un avión y me pasé la semana en México comiendo pozole, caldos
tlalpeños y sopas de tortillas en lo que me hice la endodoncia y me pusieron mi
poste y mi corona de porcelana por un total de $450 dólares.*
Moraleja: si están en Estados Unidos y necesitan ir al dentista, vayan a México.
*Debido a la inseguridad en México no pongo la
información de mi dentista y mi endodoncista, pero si les requieren los datos
pueden mandarme un correo a edigator@gmail.com
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