29.5.13

Margarito Ledesma (humorista involuntario), Poeta de Chamacuero, Parte II

A petición del público (de verdad, es petición real, por primera vez me pidieron que escribiera más y no menos), con ustedes el inigualable, el único, el sensacional... ¡Margarito Ledesma! (1887 – 1974).

Hace casi un año copié algunos poemas del poeta guanajuatense y un poco de su vida y la situación de esta edición. No lo voy a repetir, pero pueden consultarlo acá.

Edición, que por cierto, está toda mal encuadernada porque de la página 64 pasa a la 145 y sigue hasta la 157 y de ahí pasa a la 80 y eso es terrible, porque el índice indica que el poema de “Como Julieta y Romero” estaba en la página 79. Sufrí un poquito,  pero gracias a que existe internet donde habitamos los fans del gran vate encontré el poema (la liga al mentado está más abajo).

Yo les comparto en esta ocasión los siguientes SIETE poemas, de los cuales “Los Montepíos” estaba palomeado por mi tía Ana. Les pongo nomás siete porque ya tengo que ponerme a preparar la comida y después ya no voy a poder seguir escribiendo, porque tengo que trabajar. Pero siete es un buen número y los poemas son geniales, me llama mucho la atención cómo narra la vida cotidiana a principios de siglo, con el abuso doméstico a voces, la corrupción, el miedo de la guerra (debe haber sido la Revolución, supongo)  y los amores (o desamores) e injusticias que sufre el pobre de Margarito.

Por cierto, llevé mucho cuidado de transcribirlo, con sus acentos y ortografía tal y como se presentan en la edición impresa, no son errores de dedo u ortográficos, pensemos que es un estilo particular de Ledesma que le da un giro oral a sus versos:

                  ÍNDICE
  • PARA UNA INGRATA
  • HISTORIA FATAL
  • INJUSTICIAS
  • LAS PROPAGANDAS ALARMENTOSAS
  • EN TODAS PARTES COSEN HABAS
  • LOS MONTEPIOS
  • LA TONTERA





PARA UNA INGRATA
                                    Por la que ya saben, no por nada,
                                    sino para que se dé cuenta de lo que
                                    puede acontecer si sigue de impor-
                                                   tuna.

Esos mercurios de la luna
que sólo brillan ya de noche
se me afiguran el reproche
de algún piedrazo en la laguna.

Y los fulgores de esa esfera
que brilla allá en el firmamento,
se me afiguran el lamento
de algún mortal que feneciera.

¡Mujer ingrata y importuna
que no haces caso de este amor!
¡Ni que tuvieras el fulgor
que nos retacha de la luna!

¡Ni que tú fueras ese globo
que brilla allá en el firmamento
y yo estuviera como un bobo
nomás mirando el monumento!

Y ni que fueras una estrella
tan relumbrosa como el sol,
de esas que dejan una juella
de verde nácar y arrebol.

Es necesario que te expliques
y no andes ya con ese enredo,
y que no creas te tengo miedo,
pues fácil es te perjudiques,

Porque si sigues de importuna
y me comienzas con perjurios,
piensa nomás en los mércurios
que cain ya de noche de la luna.


 






HISTORIA FATAL

¡Tan, tan, tan!
                               —¿Quién toca en el zaguán?
—¡Yo!
                                       —¿Quién es yo?
                        —¡Margarito!
—¿Cuál Margarito?
                        —¡Ledesma!
¡Lárguese de aquí, que no lo necesito,
y no vuelva ni en toda la Cuaresma!

Así pasó la historia, se los juro;
                así sucedió todo.
Sólo malas razones y mal modo
fue lo que me saqué del triste apuro.

Yo iba tranquilo, con mi pecho sano,
                como todo un caballero,
no a pedirles favores ni dinero,
                sino a pedir su mano.

Y ya hasta me encontraba aprevenido
                para comprar las donas,
pues no esperaba ser mal recibido
                por aquellas personas.

Ni pensé fuera infiel y engañadora,
como al fin y al cabo sucedió,
pues a la hora de la hora
ella misma fue la que me corrió.

Sí, ella fue
la que desde adentro del zaguán
me echó el reperiquete,
y yo sentí como si fuera un can
que le prenden un cuete.

Y no he vuelto a pasar por esa calle,
ni en mi vida espero volver a pasar;
pero no se me olvida ese detalle,
ni es fácil se me llegue a olvidar.

No quiero mentar nombres ni dar quejas,
ni verla ni acordarme de aquel hecho.
Cuando la veo, se me adultera el pecho
y empiezan a zumbarme las orejas.

   Supe después que se casó muy pronto
con cierto rancherón boca de palo
que dicen es ya viejo, feo y tonto,
muy jugador, borracho y harto malo.

  Que, cuando anda bebido, se avalienta
y agarra tanta fuerza y tanto filo
que a la mujer la sanjuanea de un hilo
y luego hasta los oídos le revienta.

  Pero a mí saber eso no me importa,
ni nada ya con ello remedeo.
Algunos dicen que la vida es corta,
                y yo también así lo creo.

  Pero eso sí les digo, porque es cierto,
y hasta les puedo presentar testigo,
que en este mundo hay premios y castigos
                y que Dios no se ha muerto.

  Y no crean que por este sucedido
le agarre algo de tirria a Chamacuero.
Aquí me puso Dios, aquí he vivido
y aunque a muchos les pese, aquí me muero.





INJUSTICIAS

  Ayer don José María
me tumbó de una pedrada,
y creo que no fue por nada,
porque yo nada le hacía.

  Yo le reclamé al momento
su cochino proceder;
pero no quiso entender
y se puso más violento.

  Y en vez de explicar motivo,
como persona educada,
me dio tan fuerte guantada
que por un milagro vivo.

  Entonces yo, cabizbajo,
quise decirle su precio;
pero me pegó más recio
y me tumbó bocabajo.

  Ya con esto me paré,
y viendo el fuerte disgusto,
siempre me dió algo de susto
y al señor Juez le avisé.

  Pero muy mal me resulta
porque, como éste es su suegro,
me dijo: “¡Mucho me alegro!”,
y hasta me encajó una multa.

  Y viendo que este señor
se hizo al lado de su yerno,
he calculado mejor
quejarme con el Gobierno.

  A ver si allí hallo consuelo
y no vuelve a darse el caso
de que al puritito hachazo
tumben a uno en el suelo.


NOTA. —Publico este sucedido para ver si hay alguno que se lo enseñe al interpelado. A ver si así de ese modo se asusta, y ya no sigue cometiendo abusos tan grandes.






LAS PROPAGANDAS ALARMENTOSAS

  En estos tiempos no se dediquen
a propagandas alarmentosas,
pues es muy fácil que se perjudiquen:
ya ven qué fieras están las cosas.

  No anden diciendo que por ahí andan,
ni si son hartos o si son pocos;
ya ven que luego los que los mandan
a puros sustos nos vuelven locos.

  Ni anden diciendo si train machetes,
si train garrotes o si train balas,
porque se ponen en esos bretes
y luego dicen que es la demalas.

  Ni anden con cosas que no convienen
a media calle, muy asustados,
nomás gritando que por ahi vienen,
que por ahi andan los pronunciados.

  Vicente Sierra, ya lo veían,
nomás en eso se la pasaba,
nomás gritando que ya venían,
y a todititos nos asustaba.

  Y el perjuicio era para el comercio.
Unos cerraban sus tendejones
y otros dejaban afuera un tercio,
para el provecho de los uñones.

  Y mientras uno se remachaba
a piedra y lodo, muerto de miedo,
Vicente Sierra se carcajiaba,
porque todo era purito enredo.

  Es necesario piensen tantito
que no es prudente ser tan injusto.
¿No ven que a muchos, en un ratito,
pueden matarlos nomás de un susto?

  No, no la atrasen; sean más prudentes.
Es necesario que piensen un poco
que con alarmas inconvenientes
cualquier cristiano se vuelve loco.

  Por eso no hagan ya rejolinas;
ya no se metan en esas cosas,
ni nunca se anden por las esquinas
con propagandas alarmentosas.

NOTA. — Les hago esta advertencia para que después no se quejen a mí cuando les vaya mal y anden con el ¡Jesús! por los rincones. Ya ven cómo están las cosas. Y no les digo más porque creo que con esto basta y sobra para el que tenga ganas de hacerme caso. Yo salvo así mi responsabilidad, y en lo demás, allá´ ustedes verán cómo le hacen.





EN TODAS PARTES COSEN HABAS

  Al ir ella pasando,
le aventé mi sombrero.
“¡Que viva Chamacuero!”,
le grité con pasión;
y en vez de responderme,
se carcajió de risa,
y se fue más aprisa
y... se desapareció.

  Al sentir en mi alma
tan triste desengaño,
hace ya más de un año
que me he puesto a pensar
que hasta por estas tierras
para mí tan queridas
hay malagradecidas
que no saben amar,
O QUE NO QUIEREN.

NOTA. — Este último agregado que se agrega al acabar los versos y que pongo con letras grandes se llama Estrangote, según me ha informado la ilustrada persona y poeta de altos vuelos que miento en mi hermosa poesía llamada El Trovador.
Se los advierto para que no vayan a pensarse que fue un equívoco.





LOS MONTEPIOS

  Eso de los montepíos
es cosa beneficiosa;
pero también es gravosa,
pues luego nos dejan fríos.

  Aunque dicen que se presta,
luego no quieren prestar,
y todito es navegar
y descomponer la fiesta.

  Verán lo que a Juan le hicieron,
que estaba de picos lleno
y fue a empeñar un terreno...
y que no se lo admitieron.

  Señor, ¿entonces qué pasa?
Es cosa de adivinar
si el dinero es de prestar
o es de guardarlo en su casa.

  Si es de guardar, que lo oculten
y no lo anden enseñando
y si es para estar prestando,
pues entonces que no insulten.

  Porque es insulto mayor
llegar con su pecho sano
para que luego un fulano
no quiera hacer el favor.

  Además, que ni es favor,
porque si él da su moneda,
uno sin trapos se queda
por dejarlos de fiador.

  Bueno es que los Municipios
valgan de personas listas
para que los prestamistas
no sean de malos principios.

  Y sobre todo, además,
que cumplan lo que ofrecieron
y no como a Juan le hicieron
que se hicieron para atrás.

NOTA. —Digo lo dicho, más que por otra cosa, por lo que le hicieron el otro día a don Hilario, que no le admitieron un poncho nuevecito y acabado de estrenar porque se les metió en la cabeza que era del coronel Garduño y, sin más averiguaciones, se le negaron del todo y hasta estuvo en peligro de que lo presaran.





LA TONTERA
  Es cosa muy aburrida
que las gentes sean tan suatas
y que anden como las ratas,
que no encuentran la salida.

  Pero creo muy importante
que haya gentes proyectuosas
que sepan de muchas cosas
y salgan siempre adelante.

  El otro día, Feliciana
le preguntaba a Don Chon
que por qué las tardes son
más chicas que la mañana.

  Y él dijo: “¿Qué no comprende
una cosa tan sencilla
que se estudia en la Mantilla
y cualesquiera la entiende?”

  “El sol va por las mañanas
subiendo a la cuestarriba,
y eso a fuerza le motiva
que no lleve muchas ganas.

  “Porque siempre la subida
es bastante trabajosa,
y es natural que la cosa
salga más entretenida.

  “Pero en la tarde ya nada
detenerse le precisa,
pues camina más aprisa
porque ya va de bajada”.

  Y en esos mismos instantes
vi que tenía la razón;
llamándome la atención
no haberlo visto más antes.

  Y sentí mucha tristeza
que gentes que comen pan
no piensan con la cabeza
y al clavo nunca le dan.


fuente: Ledesma, Margarito. Poesías. 12va edición. Talleres Gráficos: México, 1976.



Si quieren seguir leyendo más, en esta página pueden encontrar los siguientes poemas:
  • Himno local
  • Los limpiones
  • Orillejos
  • Por qué te tapas


En esta otra, éstos: 
  • Lo que va de ayer a hoy
  • Los dientes de hule
  • Giros costales


Y acá  una gran colección, incluyendo el de "Como Julieta y Romero" que les decía arriba:
  • Sic transit gloria mundi
  • Las elecciones
  • Fantasmas
  • Al río de la Laja
  • Lo que va de ayer a hoy
  • Como Julieta y Romero
  • ¿Cómo le haré?
  • Epigramas
  • Por las contribuciones
  • Por el pan
  • Becqueriana
  • Las cosas a tiempo
  • Por una bailadora
  • El gran Napolión
  • Los agarraderos
  • ¡Ay, qué cosas...!
  • ¿Por qué te tapas?
  • Disgusto arreglado
  • Don Paco
  • Giros costales
  • Pleito de cobijas
  • Lo atrasaron
  • Puras mentiras
  • A Mario Talavera

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente Don Margarito Ledesma y gracias por darlo a conocer a los que no lo conocen, como diría él.

 
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