28.1.18

Sobreviviendo a la escuela pública: Semana 21


Esta semana fue muy muy buena. Con decirles que es la primera vez que llego alegre del trabajo, riéndome y con ese sentimiento de que estoy haciendo algo bien. Me sentí como se debe sentir uno con su vida.

Bueno, primero lo otro. Tres cosas.

Uno.

Al fin, al fin, pudimos hablar con la mamá de la guayabita piojosa. Le contamos más o menos cómo se porta, le enseñamos sus calificaciones (que reprobó todo) y sus reportes de conducta y todo eso. Y la mamá nos dijo que Por favor ¡Dejemos de decirle esas cosas porque ella no puede controlar a su hija! Y que la guayabita se dará cuenta cuando la corran de la prepa y tenga que pasar el resto de su vida de sirvienta de blanquitos.

Como dicen en mi pueblo

Así que traté de explicarle a la guayabita las consecuencias legales, económicas y penales que tienen los morenitos en este país si no están educados. Pero la guayabita sacó su teléfono y se puso a textear a su novio que según lo que le cuenta en clase al resto de las tostaditas (en la voz más alta posible, of course), el muchachito de trece años tiene el pito rojo y grueso.

Dos.

El autista se emputó porque empezó el nuevo tetramestre y eso implica que se acabó su clase de no sé qué y NO DESTRUYÓ EL SALÓN

Así es, mis queridas cuatro lectoras y tío. El niño dijo que estaba emputado y le llamó a su mamá y se fue a su casa. No aventó nada, no acuchilló a nadie, no se puso a gritar. 

Al día siguiente como tampoco tenía la clase de no sé qué se volvió a emputar y ¡¡¡¡TAMPOCO DESTRUYÓ EL SALÓN!!!!
And there was much rejoicing


Tres.

Esta semana renunciaron otros tres maestros. Tres

Uno que ya había avisado desde hacía como un mes que se iba. Hasta pastel le compramos.

Otra, a mitad del día, se puso a llorar, dijo que no necesitaba esto y aventó la toalla y se fue. Sus alumnitos se pusieron recontentos y destruyeron el salón en sus festejos.

El tercer maestro sí terminó el día, dijo que daba su aviso de dos semanas y que a partir del jueves se tomaba las vacaciones que le debían. Antes de irse me dijo que no es humano someterse a esto, ni que tuviéramos varias vidas.

Y tiene razón.

Y ya.

El martes fue el día que yo fui feliz. Les cuento:

Las clases de español e inglés para padres Intercambios fueron ese día por la tarde-noche.

Acá su ingenioso y habil reptil consiguió dinero para comprar botana, un lugar para cuidar a los niños y niñas durante las clases de sus papases, a la mejor maestra de español que pudiera existir y del otro lado nos mandaron a una excelente maestra para enseñar inglés. Había repartido volantes, mandado mensajes,con ayuda del traductor oficial de la escuela les mandamos un mensaje de texto a los familiares de los niñis (algunos papases le mentaron la madre al traductor, by the way).

La tarde llegó y yo era puros nervios pensando que nadie iba a asistir. Dio la hora y aparecieron como 12 papás blanquitos y una mamá latina. Gulp, me dije, bueno está bien, es un buen inicio.

Conforme pasaban los minutos fueron apareciendo los latinos. La última mamá llegó como una hora y cuarto después de la hora inicial. Me dijo que terminó su trabajo en el hospital y salió corriendo para poder llegar a la clase. Estaba muy emocionada.

Al final vinieron más de 20 papases y mamases a las clases. La última media hora los juntamos a practicar y al final de esa media hora los vi intercambiando teléfonos. ¡Los blanquitos y los latinos intercambiando teléfonos! ¡Hablando! ¡Riéndose juntos!

Los papases y mamases después de las clases nos dieron las gracias, estaban muy felices. Les gustó muchísimo. Además, la maestra de inglés vio el proyecto y le encantó y dice que lo va a hacer también en la escuela donde ella enseña durante el día.

Es un inicio, pero a lo mejor logramos desegregar este pueblo racista de vacalandia.

Y ya, llegué bailando a la casa.

Fin. Ahora sí.

Sobreviviendo a la escuela pública: Semana 20


Al final de la semana 20 no escribí porque terminé agotada y con peste bubónica. Los alumnos llenos de gérmenes me estornudaron y tosieron encima y a pesar de que me pusieron la maldita vacuna esa de la influenza que me dejó el brazo adolorido por tres días terminé echando flemas y con dolor de huesos todo el fin de semana.
Así, pero en medio de 50 adolescentes aullando

Me sentía tan tan mal que el viernes terminé gritándole a la piojosa que se fuera de mi salón y llamé a soporte y oh sorpresa, soporte vino y se la llevó. El resto de su pandillita se ofendió tanto que dijeron que no se iban a quedar en clase de la foquin bitch esa (o sea, moi) y se fueron también. Yeiii.

El resto de mis alumnitos estaba tan en shock que se pusieron a trabajar.

Para esto, la nueva modalidad de la guayabita y las tostaditas es que si tienen mi clase se van a la del otro maestro y si es hora de la clase del otro maestro se vienen a la mía, así, de huevos.

Yo generalmente cierro mi puerta con llave, pero si me descuido 10 segundos las piojosas se cuelan y no hay manera de sacarlas, porque en esta grandiosa y excelente escuela los niños son los que mandan.

Además, como no es la clase que deberían estar tomando, en su infinita sabia mente adolescente eso quiere decir que no tienen que hacer las actividades académicas que el resto hace, por lo tanto se dedican a joderme mi clase gritando, sacando su teléfono y filmándose, jugando en sus computadoras y viendo películas a todo volumen, así, bien simpáticas. En teoría eso está prohibido, pero como en esta escuela no hay problemas de disciplina, y los papás y mamás de estas niñas no contestan el teléfono, aquí su cocodrilo no puede hacer nada.

Pero por fin me harté y el viernes las corrí a la chingada.

La otra cosa que sucedió esa semana fue que me insisten a que me meta al sindicato de maestros y maestras de Vacalandia, pero el problema es que el sindicato fue creado específicamente para que yo y gente como yo jamás pudiera ser contratado de manera permanente.

Explico.

Para ser maestro (realmente, maestra) en Vacalandia uno tiene que tener una licencia de educadora de Vacalandia, que solo se obtiene tras estudiar la carrera de educadora en Vacalandia, mientras que se vive en Vacalandia y se hacen las prácticas de enseñanza en Vacalandia. Entonces por lo anterior es casi requisito haber nacido en Vacalandia para poder pagar como residente del estado y tener padres de Vacalandia que apoyen económicamente la educación y la vida de estudiambre.

Entonces, en la práctica, a pesar de que al menos el 45% de los estudiantes de las escuelas públicas tienen melanina, la mayoría, el 95%, de todos los maestros de este estado son blancos (blancas, la verdad).

Pero, como los morenos ya estamos llegando a posiciones de poder, se está exigiendo que contraten a gente pigmentada. Y pum, contratan a gente como yo, con experiencia, doctorado y melanina y nos dicen, sorpresa se tienen que regresar a la carrera y sacarla, tienen 3 años y cuesta 25 mil dólares, pero me puedes pedir un préstamo con 50% de interés.

Y, ¿eso qué tiene que ver con el sindicato, mi paranóica reptil? Se estarán preguntando.

Pues resulta que Vacalandia no sólo es un estado predominantemente blanco, es un estado predominantemente blanquísimo, con leyes de eugenesia (esterilización forzada)  que fueron copiadas por Alemania durante el periodo Nazi pero que siguieron vigentes aquí hasta la década de 1970, lleno de pueblos donde la gente morena no podía vivir ahí o los linchaban (sundown towns, los llaman), y que una vez que terminaron las leyes de segregación racial se crearon sindicatos de trabajadores que protegían la labor de los trabajadores blancos. Así, solo se podía contratar gente que estaba en el sindicato y sólo podías estar en el sindicato si habías nacido en Vacalandia, de padres Vacalandeses y haber sido educado en Vacalandia con experiencia laboral Vacalandés, y básicamente, ser rubio, blanco y de ojo azul.

Pero, al mismo tiempo, el sindicato se crea para darle visibilidad a las maestras y hacer respetable la labor docente. En un principio, obvio, solo los hombres estaban a cargo de las posiciones administrativas, así que las mujeres se juntaron y crearon un sindicato de maestras en donde se mostrara rigor para ser educadora (por ejemplo, tener una certificación que sólo podía obtenerse si se iba a la universidad y se cumplían un cierto número de horas de prácticas profesionales y se creaba un portafolio, etc.). Asímismo, poder tener sueldos (semi)dignos y una carga laboral humanamente (casi) posible. (si quieren saber más de la historia de los sindicatos de maestras en gringolandia ).

Así que como todo en este país, por un lado es positivo el sindicato porque protege al trabajador, pero por otro, es imposible cumplir los requisitos para estar en el sindicato si uno no tiene ese perfil familiar y racial.

Pero la mera mera mera verdad, para hablarles sin pelos en la lengua (que no tengo) es que me cayó como patada al hígado cuando la representante, Ms. Rebecca me dijo que debía unirme porque cuando el gober de ultra derecha de este poco pigmentado estado prohibió los sindicatos, ELLA misma, junto con el resto del sindicato de maestras de vacalandia, salió el primer día a liderear las protestas “mira, Ms. Lizard, toca mi camiseta, estuve ahí, desde el PRIMER DÍA.

Pero da la casualidad que su lagartija, de hecho sí estuvo ahí desde el primer día y además sacó fotos, no vio a Ms Rebecca, por lo tanto ahora desconfía más del blanquisindicato.


Así que...
Tomen su sindicato


Por último, parece que el estado está votando esta semana para que cambien las formas de certificar a los maestros y maestras para que haya una forma que se incluyan de alguna manera a los morenos (bueeeno, no lo dicen así, porque si lo dicen así nos queman las casas, están diciendo que hay una escasez de maestros y los esfuerzos para reclutar maestros de otros estados no están funcionando, que quizás plantear utilizar otros métodos de certificación, como exámenes o contar la experiencia.).
¡Los niños! ¡Piensen en los niños!

Así que esta próxima semana voy a hablar a la oficina central con respecto a mi futuro (aka, ni con la lámpara de Aladino me reinscribo en la universidad) y luego tenemos una junta con la superintendente que quiere saber nuestras sugerencias (aunque lo dudo, estas juntas son las Beckies hablando y las pigmentadas escuchando) pero nos mandó un muy decente invitación la cual estaba dirigida a: “Dear Teacher of Color”, o en castizo, “Querida Maestra Coloreada”.

Fin.

14.1.18

Sobreviviendo la escuela pública: Semana 19

Como dicen en vacalandia, usté no puede inventar este excremento.

Esta semana tampoco enseñé porque pusimos exámenes. El de esta semana se llama MAP, que según mide nivel de lectura y conocimiento matemático. Lo aplican tres veces al año, al principio (las primeras semanas), a la mitad (esta semana) y al final. En teoría mide progreso del estudiante y los resultados son indicadores de si el alumno o alumna va aprendiendo según su grado académico y los pone en un ranking porcentual con el resto de los estudiantes del estado. Esta escuela está como en el lugar #450.

Bueno, pues, les cuento sobre la semana. 

El lunes nos indicaron que no podíamos seguir reportando el mal comportamiento para nuestro salón, esas mentadas de madre, escapadas de las alumnas, venta de drogas, nada, que lo manejemos nosotros en el salón porque… ¡estamos poniendo en un muy mal plan a la escuela! En esta escuela todos y todas pasan a preparatoria y ¡No tenemos problemas de disciplina! Punto.

El lunes también teníamos junta administrativa de dos horas pero yo me sentí mal, me cayó pesado una cena recalentada de valemadrismo que tuvo sus síntomas más fuertes cuando Bekeisha, la  loable directora de nuestra honrada institución, dijo que iba a pasar el resto de la junta enfocada en el grupo latino. Me tuve que ir… al gym.

El martes tuve la junta post-observación con la doña Bekeisha. A los 10 minutos de que debió haber empezado me llama su secretaria para decirme que mejor yo vaya a su oficina, así que practico sonrisa y me lanzo.
Así se ve su servilleta, pero con más bigotes.
Fuente 

La nórdica ni se disculpó por el plantón de la semana pasada ni me dijo nada relacionado al poco profesionalismo de su actitud.

Me pregunta si leí su observación, le digo que sí, y me dice que entonces… nada, la interrumpo. Tú te enfocaste en lo negativo y en cosas en las que yo ni tenía control, como el que tocaran a la puerta o sonara el teléfono, le digo. Los alumnis han mejorado muchísimo, ¡ya no me roban los lentes! ¡Antes de aventar sillas me avisan!

Me dice, que no, que lo que pasa es que yo no sé nada, me saca libros, manuales, total me hizo luz de gas. (Término utilizado para referirse al abuso psicológico donde se presenta información falsa o distorsionada para hacer dudar a la víctima de su memoria y cordura.

Fue una discusión en la que ella tenía total razón y yo no sé ni hablar el idioma, algo así. Me recomendó que fuera a hablar con Miss Becky para que me explicara cómo manejar mi salón y deje de perder tiempo y de desaprovechar la creatividad de mis alumnis que están ansiosos y ansiosas por aprender pero yo no sé cómo enseñar.

Salí un poco, tantitito, molesta de la conversación.


Así tenía ganas yo de agarrar a Doña Bekeisha

Llegué con los y las estudiantes y me ven y me preguntan que qué tengo, que por qué estoy echando humo por las orejas y me sale fuego de los ojos, y poco profesionalmente les dije que su directora pensaba que yo no sabía enseñar. Así, que como favor personal, les pedía a ellos y ellas que respondieran el examen MAP lo mejor que pudieran para que yo pudiera ir a restregárselo a la cara de la Bekeisha.

Y, ¿qué creen? ¡Se sentaron las tres horas a responder el examen!

Y salvo por uno que respondió el examen en 16 minutos (esto es, le dio click a lo que fuera) y se puso a gritar que los sacara a jugar futbol, el resto de los 50 subió su puntaje.

Algo estoy haciendo. Como dirían en mi terruño:
que según mis paisas no es homofóbico, aunque los multe la FIFA

Hablando con el resto de las maestras y maestros, los comentarios de Bekeisha en sus evaluaciones han sido el detonador para que estas maestras renuncien, parece que el año pasado renunciaron 24.

En otras noticias, el miércoles, durante la aplicación del examen MAP hablaba yo con la alumna que se sale del salón, se escapa de su casa, le mienta la madre a los adultos y que no ha entregado nada académico, la chica a quien cariñosamente llamo La Guayabita, le preguntaba cielito si no hacía nada corazón mi amor porque no alcanza a ver la pantalla donde tengo proyectadas las instrucciones. Me responde que no alcanzaba a ver, que todo estaba borroso, 

Pues resulta que mientras hablo con ella que veo animalitos caminando por su pelo.

Tras que terminara la clase, fui con la enfermera y le pedí porfavor que llamara a la Guayabita para que le hiciera un examen de vista y uno de piojos.

Sorpresa.

¡La Guayabita tiene piojos!

Se los pegó la Tostadita. O quizás su novio. O quién sabe. Hasta ahora ya tenemos confirmadas dos. A la Guayabita y la Tostadita.

Tras que su escamosa servidora recibiera esta información el jueves por la mañana, veo a la Guayabita en el pasillo. La saludo, “Hola, Guayabita, buen día” me mienta la madre y Miss Becky ve eso y le dice, “Ven, mi amor” y la abraza, le pega su cabeza a la de ella, se restriegan los cabellos, se dan tope borrego, se arrumacan y juntan frentes y voltea a verme Miss New-Piojos y me dice con la mirada, “¿Ves? Así se trata a las niñas para que no te insulten.”


Ay, qué bonito es el karma.

7.1.18

Sobreviviendo a la escuela pública: semanas 17 y 18

Esta semana (la 18) vino con más y nuevas espeluznantes aventuras para la lagartija docente. De esas que hacen dudar la realidad y la salud mental propia.

La semana 17 fue la de las fiestas navideñas y año nuevo (¡Vacaciones!). Los alumnos y alumnas regresaban a clases el miércoles 3 de enero (semana 18). A mí me dieron ataques de pánico el martes y no pude dormir por las pesadillas.
 
¡Maestraaaa! ¿Podemos salir afuera?

Imagen fuente 

El miércoles, hablando con las maestras, casi todas me contaron que les pasó lo mismo, pesadillas, ansiedad, pánico, no poder respirar. El martes fue muy difícil para las maestras.

El miércoles en la escuela fue normal, hubo una pelea, entre tres agarraron a una y la patearon en el piso. Alguien vendió droga. Alguien más grabó la pelea. A mí me robaron los pases y falsificaron mi firma para escribirse pases entre ellas (que por cierto, la culpa es mía, por dejar los pases a la vista, “Que no vuelva a ocurrir, Mrs. edigator, esto es grave.” Ok, Becky.). En otros salones, una niña le dijo a otra algo bien racista y la ofendida aventó sillas, pateó puertas y salió indignada dando de gritos. (Castigo para la ofendida, que cree que por su melanina puede patear puertas y que no habrá consecuencias, no señor.) Por allá a alguien le robaron las llaves del carro, por otro lado otro alumno se robó un carro y lo metieron a la cárcel.

En fin. Lo normal. Hasta aquí todo va bien.

El jueves me tocaba evaluación, esto es, alguien de la administración va y observa mi clase y me dice lo que estoy haciendo mal. Llevo un par de décadas haciéndola de payaso en el aula, me han observado como 50 veces, formal e informalmente. Hasta videos hay por ahí donde me usan de modelo para enseñar alguna técnica de microenseñanza, etc. 

Entonces, durante las vacaciones me preparé, hice mi plan con objetivos de aprendizaje académico, aprendizaje emocional, de movimiento de aprendiz dependiente a independiente, con aspectos de la lección ligados a los estándares en un contexto de una lección más larga (la unidad 2) y otra incluso más amplia (la vista a que los alumnos y alumnas cumplan la misión de la escuela). Con contenido relevante para los alumnos y alumnas, aprendizaje totalmente centrado en el estudiante, etc.

Como sabía que venían de vacaciones, puse poquitas cosas y muchos ejemplos en la hoja de actividades.

Empieza la clase y llega Beckeisha.  Beckeisha es la directora, altísima, nordiquísima, y dícese ella aliada de las minorías porque tiene un montón de hijos e hijas con melanina. Beckeisha también cree que lo único que necesitan los morenitos para salir adelante es que venga ella a salvarlos y que los racistas profesores dejen de ser racistas y aprendan de las culturas orales que también tienen algo de valor. Yo la he llevado bien con Beckeisha, aunque mis alumnxs la odian.

Con todo y todo, la clase fue mejor que otras veces.

Para empezar, se sentaron casi todos y todas. Luego cuando les pedí silencio, hasta voltearon a verme (no me escucharon un carajo, pero al menos me dejaron hablar). Luego hasta sacaron lápices y libros para ponerse a simular que estaban haciendo la actividad. La que avienta sillas me dice, “maestra, estoy a punto de aventar una silla, ¿podría por favor hablarle al sicólogo que necesito procesar este sentimiento y controlar mi enojo?(ok, dijo, imma gonna fuck someone up if you don’t get me someone to talk to right now,” pero, ¡¡¡ESTÁ AVISANDO!!!). No hubo sillas por los aires.

Luego llegó la mamá de una niña, llamémosla la Guayabita, quien por lo general no hace nada y las veces que la mamá ha venido la Guayabita sale corriendo de la escuela, así que no había tenido el gusto de hablar con mamá. Pudimos planear rápidamente una cita, nos enteramos que la Guayabita había cambiado el número de contacto que teníamos de mamá por el suyo, actualizamos el número y la mamá se la llevó. También, pude interceptar al mijito chulo que viene a vender droga en la puerta y se tuvo que regresar a sus salón (y sí me mentó la madre, pero quedito).

Beckeisha salió después de esto.

Y como prueba de que la clase no fue tan mal, ¡trabajaron! Me entregaron su actividad completada, les pregunté si les había gustado y si les servía, dijeron que sí.

El resto del día fue bastante bueno, hay una epidemia de peste bubónica o algo así y muchos de los alumnos problema estuvieron fuera (entre la peste y la expulsión de un día de los que se pelearon el miércoles, paz). Nadie me insultó directamente, nadie me aventó una silla, nadie vino a romperme mis materiales (salvo el autista que inventó una máquina tatuadora con un motor, tinta de plumas y una tachuela y estaba tratando de tatuar a los alumnos que, por suerte, no se dejaban).

El viernes fue normal, me refiero a que volvieron los insultos, sillas voladoras, peleas, venta de estupefacientes, niñas escapándose del salón para ir a gritar por otros pasillos, etc. Normal.

Pero aquí su reptil tenía junta el viernes con la Beckeisha después de clase para hablar sobre la evaluación. Pues da la hora y Beckeisha no llega. Raro, porque en vacalandia todo mundo es puntual (de hecho, hay un curso para latinos en los que nos explican por qué es una falta de respeto llegar un minuto tarde). En fin, pasan como 20 minutos y checo mi correo y está completada la evaluación de Beckeisha y ya enviada al distrito. Esta evaluación siempre estará ahí cuando alguien busque mis antecedentes en mi labor docente, y por lo pronto, la única evaluación en este sistema.

Esto es lo que les decía arriba sobre dudar la realidad y preocuparme por mi salud mental.
...¡¿Qué dijo qué?!..

Fuente imagen 

La Beckeisha puso comentarios aparentemente al azar sobre lo que que pasó durante la clase, no se entiende muy bien si los dice la maestra o quién. Tampoco el contexto o qué tienen que ver con nada. Pone por ejemplo:

9:12 Shut up. Be nice. I was talking about the book. Oh.

Explicación de arriba (que es totalmente irrelevante, by the way). Una alumna dijo, “shut up”. Yo le dije, “be nice.” (alumna dice "cállate" y yo le digo, "sé cortés"). Y la alumna riéndose me dice, “estoy diciendo lo que dice el libro,” y me lo enseña. Y yo dije, posiblemente, “oh” y sonreí. 

A ver, por qué no dice que las alumnas estaban trabajando y leyendo el libro en voz alta, ¡eh! ¿EH?

Y bueno, ok, admito que todo eso que Beckeisha escribe sí pasó, pero lo hace ver de la peor manera posible.

Que si tocaban a la puerta y yo interrumpía clase para abrir la puerta. Que si les pregunto si hay preguntas y me dicen, “¿Podemos dormirnos?” y yo no hago nada. Que si los alumnos no se ponen a trabajar y yo me acerco a sus mesas pero en cuanto me volteo vuelven a no hacer nada. Que si uno no trae lápiz y no trabaja nada hasta que me doy cuenta y le doy un lápiz. Que si suena el teléfono y yo interrumpo la clase y contesto. Que gritan en los pasillos y yo no hago nada. Que mi pizarrón tiene escritos los objetivos académicos pero están cubiertos por un papel (es un copo de nieve que hicieron los alumnos antes de salir de vacaciones). Que si mi pizarrón tiene los objetivos de la otra clase en vez de los de ésta (tengo 3 clases diferentes seguidas así que proyecto los objetivos de la clase en turno y apunto con el dedo al pizarrón correspondiente a la clase. Tienen 13 años, pueden manejar eso y si no, pues no saben leer así que ni al caso. Beckeisha no menciona ni la proyección ni que los objetivos están en la actividad y en el otro pizarrón).

Básicamente es como si todo eso que pasa en esta H. escuela fuera mi culpa. Y eso que no tuvimos sillas voladoras, autista aventando libreros, Tostada mentándome la madre y sacando su teléfono para hablarle a su pandilla para que vinieran a matar a las compañeras o venta de drogas frente a mí.

Me da la impresión que Beckeisha quiere que aquí su lagartija renuncie y se regrese a su exótico país de donde salió. O peor, escribió eso para que a nadie en el distrito se le ocurra ofrecerme trabajo (o ¿esto ya es muy teorías de conspiración?).

Lo sé porque me hablan los postes, shhhh

Fuente de la lagartija sin sombrero.

O a lo mejor Beckeisha tiene razón y todos estos problemas de disciplina, venta de drogas, lanzamiento de sillas, racismo, que sólo el 15% de los alumnos con melanina puedan responder los exámenes de su grado, que la mayoría no sabe leer ni escribir,  Trump, etc. todo eso es mi culpa.

No sé, pero Beckeisha todavía no escribe para explicar por qué dejó plantada a su lagartija y yo estoy nuevamente abriendo las páginas de “se busca” para volver a la degustación de la gran diversidad de oficios y profesiones que este mundo ofrece.

Las siguientes dos semanas son de exámenes que les aplica el distrito, así que no tengo ni que preparar clase.


Fin.

Pd. ¡Feliz año nuevo!