Hoy les voy a
contar de esta mujer felina, Elena Garro. Es una escritora fenomenal, abajo les
dejo la liga a un cuento de ella, "La culpa es de los tlaxcaltecas". Tiene varias
novelas, cuentos y obras de teatro. Debería ser más famosa que Juan Rulfo, pero
no lo es.
Ella estuvo
casada con Octavio Paz, se conocieron cuando ella estaba bien joven (16 ó 21
años, dependiendo de quién lo cuente) y él era un esposo celosísimo. Era una
relación tormentosa que siempre la marcó a ella, ya separados ella seguía
rabiando por él, lo odiaba con pasión. Decía, “Yo vivo contra él, estudié
contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí
a los indios contra él, escribí política contra él, en fin, todo, todo, todo lo
que soy contra él".
Un día de 1949, Elena y Octavio conocieron al guapo Adolfo Bioy Casares y a su esposa, Silvina Ocampo.
Ella cuenta de ese evento: “Nos conocimos un mediodía, fuimos los cuatro, con
Paz y Silvina, a almorzar al hotel George V, el más elegante de París. Después
del almuerzo, Bioy me invitó a pasear en su coche alquilado por el Bois de
Boulogne. De pronto, en el paseo,
simplemente me dijo: Quítese el rouge que la voy a besar’.”
Después se fueron
unas cuantas horas a un hotel. ¡Zaz!
Aquí Adolfito a la izquierda y Elena a la derecha (y un clavito entre los dos) |
Ese amor quedó
documentado en 91 cartas que le mandó Bioy Casares y que ella le vendió a
Princeton porque necesitaba dinero en 1997, un año antes de su muerte.
Era terriblemente
incongruente en una realidad que se asume única. Era antifascista pero fue al
funeral de Franco. Protestaba por los campesinos indígenas al grado de tumbar la
puerta de un funcionario a patadas porque no quería recibirlos y después de la matanza
de Tlatelolco en 1968, dicen que ella era espía de Díaz Ordaz. Denunciaba a los
artistas e intelectuales de izquierda pero odiaba a Carlos Fuentes (que era de
derecha, amiguísimo de Luis Echeverría). Parece que era espía de la CIA, del
Vaticano, de Fidel.
Estaba en contra de la democracia por ser una dictadura (yo estoy de acuerdo con eso), odiaba el clasismo y el racismo pero quería quedarse en hoteles de 5 estrellas.
Estaba en contra de la democracia por ser una dictadura (yo estoy de acuerdo con eso), odiaba el clasismo y el racismo pero quería quedarse en hoteles de 5 estrellas.
Yo creo que ella
era felina, que vivía una realidad muy suya, muy gatuna, de tiempos mezclados y
de jugar con un listón y luego arañar, sin significar eso realmente una postura
definida. De odiar tanto a Paz que hacía todo por él. A ella la han criticado
mucho, la tacharon de loca, de sucia, de amargada, puf. De eso Esther Seligson
decía “a Elena déjenla en paz, mejor leámosla”.
También, otro gran problema de Elena fue que no era rica, que de serlo sería recordada como
Frida Kahlo o Leonora Carrington. Su otro gran problema era que era mujer en
tiempos en las que las mujeres calladitas se ven mejor, y si hablan, deben
evitar totalmente la emoción. Eso de andar tasajeando las llantas de los
escritores que no le hicieron caso cuando pidió recursos para los campesinos en
una reunión en el Fondo de Cultura Económica, como que no era muy bien visto.
En fin, yo aquí
de lo que les voy a hablar es de los gatos de Elena Garro. Ella amaba a los
gatos, completamente.
Aquì ella jovencita |
Cuando murió ella
tenía 37 gatos que vivían con ella y su hija, ellas dormían en la sala y los
gatitos en las recámaras.
Elena Garro y Ministro |
Una vez, en 1972,
la policía le mató a tres de sus gatos, Humitos, Juan Lamas y Conradino.
Entonces agarró a sus cuatro gatos favoritos, los más queridos y amados por
ella, Tomi, Anamaría, Maxi y Lafitte, los metió en una caja de cartón y se los
mandó a Bioy Casares para que se los cuidara. Ella tenía miedo que se los
fueran a matar también. Pero él tenía perros, así que decidió llevárselos a una
finca y donde abre la caja, puf se fueron corriendo y nunca los volvió a ver.
Elena jamás se lo perdonó y nunca más volvió a verlo. “Ese día se murió Bioy
para mí”, dijo.
Les dejo La culpa es de los tlaxcaltecas para que vean la genialidad.
¡Miau!