4.2.14

Cabin fever 2014

Tengo un poco de cabin fever o fiebre de la cabaña. Lo sé porque tengo unas ganas incontrolables de agarrar a hachazos al güero.

En un largo invierno, Johny escribe una novela bestseller y
reaviva su amor a su esposa e hijo


Cabin fever es lo que le da a la gente que pasa largas temporadas encerradas en una cabaña en medio de la nada.

Es una cosa bien chistosa en gringolandia que no muestran realmente las películas, pero como el 80% de Estados Unidos es rural. No sólo eso, sino que son latifundistas. Todas las tierras que les quitaron a los indígenas para recluirlos en polvosas e insalubres reservaciones se la repartieron los inmigrantes europeos y son dueños de cien, doscientas hectáreas. Por tanto viven extremadamente aislados, no saludan a los vecinos, tienen armas, y no les interesa ni tener seguro social, educación gratuita, alguien que pavimente sus calles, policía, nada. Son autosuficientes y altamente ignorantes, ven Fox News y los programas de Fox, NBC, CBS, etc. y cualquiera de los miles deportes que se transmiten diariamente porque la producción de entretenimiento en Estados Unidos es fenomenal.

Me fui por la tangente. En sí la cabin fever es una claustrofobia por estar encerrad@ sin mucho que hacer por un periodo largo.

Y yo no vivo en un área rural, pero ha hecho un frío en Vacalandia que si sales te congelas. Traté de fumarme un cigarro a -40 y se congeló el cigarro prendido, por el vapor que yo exhalaba con el humo supongo, pero se hizo hielo en 3 minutos.
Éste es un día calientito

Entonces no he salido a tirarme en trineo, a correr, a caminar, afuera. Tampoco a ninguna de las múltiples actividades que ofrece este pueblo, ya sea ir al mol del oeste, al mol del este, al mol de midvale, al mol de hilldale o al mol de parkside.

Así que leo y cuido al gato, pero no he hecho mucho más. Al no hacer mucho más, entra uno en estado de hibernación y no dan ganas de hacer nada, así que uno hace menos y bueno, cabin fever. Y como la escuela terminó a mediados de diciembre y comenzó a finales de enero, creo que puedo describir esas semanas como una nube obscura, fría, de mucho dormir.

En mi microcosmos limitado traté de ayudar a un pajarito mexicanizándolo. Se ponía en una covachita en la entrada de los departamentos y yo le daba masita porque ¿qué comen los pajaritos?

Pero se congeló y se murió.

Pero ya es febrero y es hora de hacer algo. La marmota dijo que el invierno seguirá hasta mayo. 

Así que, primero, puse los objetos punzocortantes en la bodega que tenemos en el garage que tiene candado y le di la llave al gringo marido. Luego lavé mi abrigo para quitarle las manchas de ceniza y mocos congelados en las mangas. Mi madre me dijo que volviera al blog, así que helo aquí. Por último, metí mi brasier deportivo y unos tenis a una bolsa para ir al gimnasio que tiene calefacción.


A ver qué pasa. Venga la vida invernal.

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