24.8.07

See no evil

El sábado fui mala, perversa, desconsiderada, evil, todas esas cosas que llevan a la gente directito al infierno, porque acompañé a una compañera del trabajo a que le operaran los ojos y después la dejé ciega en su casa, tanteando con los brazos extendidos las paredes y gritándole a una repisa que qué interesante situación porque estaban leyendo a hellen keller y que la experiencia que les contaría a sus alumnos sería genial.
Yo cerré la puerta y le grité, “ok, i left now!”
Terrible.
Pero la verdad es que ella me puso en la situación.

Yo no lo pedí.
¿se vale decir eso?
¿Asumir una responsabilidad y zafarse a la mitad? Dice mi mamá que si dices te jodes para todas las implicaciones del acto. Osea, en el momento en el que yo le dije a mi amiga canadiense que sí la iba a acompañar a su cita con el doctor para traducirle, debí asumir el que ella llegaría tarde, que se le olvidaría la dirección, que su saldo estuviera agotado y le tuviera que dejar usar mi celular, que habría dejado la cartera y le tuviera que negar el sumistrarle 6,000 pesos, que la regresara a su casa por la cartera, la llevara a pagar al consultorio, la transportara después al hospital para la cirugía de ojos (nombre en 20 minutos terminamos, dice el doc), la trasladara a la farmacia, le pusiera saldo a su teléfono, le prestara para las medicinas, la llevara a buscar a sus amigos gringos, luego la depositara en calidad de bulto ciego en su casa, le separara el dinero para que no le fuera a dar 500 pesos al de la pizza (es que después de que un amigo me contó que le puso 500 pesos a un stripper y se quedó sin dinero al inicio de las vacaciones en puerto Vallarta, yo separo mi dinero) y le pusiera marquitas con una navaja a sus botellitas, y todo a pesar de que le pregunté si nos íbamos a tardar mucho porque a las 3 pm yo tenía un compromiso.

La verdad, debo justificarla, porque es generalmente muy responsable, y todo empezó porque ella se levantó tarde, no sonó su despertador y el doctor nunca le comentó la propuesta de que si era viable que se operase, podía hacerlo inmediatamente. Las cosas fueron escalando al punto que eran las 3.45 pm y mi amiga canadiense estaba parada en medio de su casa manoteando al aire tratando de encontrar las tiritas esas que le cuelgan a los abanicos para prenderlos. Mientras decía, go, im ok, really, where is the kitchen?
-behind you-
le dije, y tragué saliva. -gulp-
Ok, go go, I can handle it.

Mi amiga canadiense


Juro que la conciencia me remordió. Pero por un lado sí pienso, ok, I HAVE done enough, pero por otro digo, yo solita me metí en esta situación y en este momento es mi responsabilidad. Pensaba en esa gente que dice que si salvas a alguien, su vida te pertenece. Porque en el momento que tú decides entrarle, no se vale salirse a la mitad y exclamar, ahh, no, esto es ya demasiado, nádale tú. Que se arregle sola, quién le manda decir que sí a la operación. Porque atrabancados somos todos, todos nos podemos despertar tarde, todos podemos llegar a un sábado en la mañana hechos un caos, pero en diferentes niveles. Esos niveles marcan las diferencias que toleramos y las que no.

Porque viéndolo bien, ¿cuándo más podría operarse, en verdad? ¿Un día que fuera conveniente para mí? De hecho me decía, go, i can take a bus.
(todavía no se daba cuenta que no traía la cartera) y yo le decía, nombre, apenas es la 1.30, sí la hago, no pasa nada.
Y en parte era mi compromiso del tiempo, pero también era esa sensación de la irresponsabilidad total, de permitirse estar en este momento en la que muchos de los aspectos dependen de lo que yo haga o decida. Y no. Porque era verdad, podía tomar un camión, porque todo siempre se soluciona, al final de cuentas, ni somos tan importantes, ni nadie nos necesita.

Pero, digamos, si vas caminando por la calle y ves a un herido, (no hay nadie alrededor,) ¿lo ayudas? Digamos que existe una razón fuerte para que te lo hayas topado, no sé, que si chaac, o el destino o incluso la misma suerte, pero sucede, que en ese momento estás ahí, frente al herido, ¿lo ayudas? Y si sí, ¿hasta dónde? ¿en qué momento lo debes dejar de ayudar?

Pues ahí la dejé. Pensé, que pida comida a domicilio (no imaginé que no podría leer el teléfono), que se duerma (si encuentra su cama), que escuche música (tenía una ipod, ojalá que le guste todo lo que tenga porque no iba a poder seleccionarlo), que se ponga sus gotas cada media hora (olvidé que no podía ver el reloj ni le puse la alarma).

Yo le hablé tres horas más tarde para ver cómo estaba, -i´m ok, i´ve been sleeping- y me volví a comunicar con ella el lunes –i can see! Blury, but see! My eyes are back!-.

Desde su primera memoria visual hasta la última, ayer, su mundo fue difuso. Hoy, mi amiga canadiense ya no usa lentes. Y la cosa es esto, es una operación de 20 minutos, pero para ella esto era su vida, y es así en cada momento en el que intervenimos, nos presentamos ante alguien con quizás una supuesta solución e interferimos en su única existencia. Pero mi amiga canadiense sobrevivió, porque finalmente eso sucede, sobrevivimos todos.

Así que no sé si me iré al infierno... bueno, por esto...

22.8.07

Los carritos de súper

So, realmente no sé cuándo no hay gente en el super, yo no sé si en la mañana, en la tarde, un domingo por la madrugada, los he intentado, pero ha sido fútil. Siempre hay gente, mucha, y yo me engento (situación en la que hay tantas personas que sientes que se están robando tu aire y están expulsando al ambiente miles y miles de microbios y los estás inhalando y se están quedando en tus tejidos, sobre tu pelo, en tu nariz, y millones de bacterias ajenas bailan chachachá en tus ojos, arghhh).
Así que ando tras el esquivo momento de soledad en el súper. Cometí el error de ir a las 6 am un día a Walmart, y me di cuenta que más o menos 20 personas hicieron lo mismo y… Walmart solamente abre una caja en el seamos -tolerantes-a-la-diversidad-hour, la-gente-con-síndrome-down-también-merece-trabajar (como si para ellos fuera un premio atender gente desvelada y mamona).
Así que pensé que en martes, a la 1.30 no habría gente, pues lo lógico sería que después de pasar por los chamacos a la escuela procedan a surtir la despensa. Craso error. Van antes.
Llego al tumulto del estacionamiento, cientos de camionetas blancas ocupando dos o tres lugares a la vez.
Encontré dónde dejar el carro, hasta por allá y entré a la tienda, por la parte de la farmacia, lo primero que quería comprar era un lubricante (sí, para mi red willy) pero había mucha gente, entre solicitando jarabes para tos y remedios contra alergias, y señorita por aquí y me ofrecieron vitaminas, minerales, dietas, y jabones de avena, sortée como pude a todas ellas y me parquée con mi carrito a lado de las toallas, vacié verdes y moradas, pasé a los jabones, los olí, los eché, pasé al champú que me gusta (animal free- rizos suaves- citrus smell), escogí la crema suavizante de piel sedosa, ya me estaba poniendo contenta pensando en placeres táctiles y me acordé que no había visto los cepillos de dientes. Dejé el carrito y me fui a buscarlos. No los hallaba, tras recorrer los pasillos vi que estaban detrás de las señoritas por aquí.
Hay tantas tantas diferentes opciones que me agobio, que si limpia lengua o encías sensibles, que si dientes de atrás o dientes de adelante, que si todo, la selección no fue facil, pero lo logré, uno verde, barato.
Volvía, casi skipping hasta mi carrito y oh sorpresa… ¡ya no estaba!
¡Me robaron mi carrito!
Oh cólera, Oh rabia, rugí y gruñí y lo busqué y rugí más, me tuve que salir y volver a entrar con otro carro, pitó la alarma por tratar de sacar un cepillo de dientes de 10 pesos, lo aventé a las libretas, regresé con carrito nuevo y eché el cepillo, volé a las toallas, las aventé, derrapé hasta el champú y… ya no había. No más animal free- rizos suaves- citrus smell… había mil más, todos animal-used o no rizos suaves. Bua, lloraba ahora, bua, escogí uno de algas felices con olor a pepino, puaj, sin conejos relavados, y ahora con vitamina E. bua.
Resignada caminé hacia el café y en eso la vi, a la vieja que me había robado el carrito. ¡Parada como si nada! Con mi carrito. Había sacado los jabones y la crema, pero ahí estaba mi champú, me dije, ya, déjalo, y luego me dije, no, ni madres, por eso estamos como estamos, ¡habrá justicia!. Me mordí un ovario y luego el otro y fui. La miré a los ojos, levanté un dedo y le dije:
-está bien, quédate con el carrito. Pero éste era el último champú, así que me lo voy a llevar.
La vieja sólo me miró, no dijo nada.
Ja, casi me hago pipí de la emoción. Odio las confrontaciones, en verdad, me ponen nerviosa, me recorre la adrenalina, no, prefiero no sé, una montaña rusa.
Entonces me dije, bien, muy bien, la justicia se ha logrado, de premio... vamos al baño… eché mi champú (animal free- rizos suaves- citrus smell yeiii) al carrito nuevo, arrojé a una caja de cd´s el de las algas felices y me dirigí al baño, tralalá. Casi en la entrada, a un lado de las cremas suavizantes piel sedosa estaba ahí..., parqueado..., mi carrito original, con las toallas, los jabones y el champú. Voltée la mirada y la pobre y decente señora seguía ahí, pensando, seguramente, “pinche vieja orate pendeja que me vine a topar hoy”.
Como ante esas situaciones reacciono casi siempre de la misma forma, fui a tener mi ataque de risa en el baño. Casi me meo la pierna con las convulsiones de las carcajadas. No lo podía creer, pobre señora. Ni me dijo nada, nomás se me quedó viendo. Pobre, pobre, pobre.
Me limpié las lágrimas, y salí del baño, escogí el café, busqué pan, llegué al vino, estaba pensando en cuánto gastarme cuando en eso me di cuenta que… había dejado la cartera en el baño. Mi dinero. Las tarjetas. Las identificaciones. Las llaves de la casa. Todo. Lancé alarido y surqué veloz el trayecto, cual murciélago huyendo del infierno, como cuando le pisas la cola al gato, un grito de espanto y terror por los pasillos de HEB… llegué al baño, abrí la puerta, corrí al cuartito y me encontré con… mi cartera.
Alabado Chaac.
Hice una pequeña danza de la lluvia y salí feliz, tranquila, abrazando la cartera y con el corazón acelerado hacia los vinos.
Y, as you might have guessed… ya no estaba mi carrito.
¿Qué hace uno?
Me regresé a las cremas, el carrito #1 seguía ahí, lo agarré y me fui directamente a las comidas preparadas. Al diablo el super, al diablo la despensa.
Seguro fue la vieja traumada.
Cuando me cobraron en la caja, le di 20 pesos de propina al viejito embolsador, se me hacía que tenía que subir puntos de karma por si acaso.
fin.

17.8.07

Afuera

Me dice la Señorita O que tiene la inauguración de su libro exposición fotográfica, me da la invitación, me enseña el póster, me muestra su blog, me manda un mail, y el día del evento por msn yo le pregunto nuevamente la dirección. En la noche me subo al carro, me doy cuenta que no llevo ninguno de los documentos aquí mencionados y medio me acuerdo que me dijo Washington.
No es tarde, son las nueve, algo así. Como durante el día había usado tacones y falda, aventé la falda, me puse jeans y me quedé con esos zapatos… Por supuesto, era perfectamente normal yo fuera de casa en casa tratando de encontrar la vaga referencia (casa morada con amarillo) durante un momento penumbroso, el cual me hizo notar que después de cierta hora, soy daltónica. Es verdad, veo todo gris.
Aunque debo admitir que siempre encuentro los lugares cuando estos lugares quieren ser encontrados. Después de vivir en el defe, como que esas cosas te dan confianza. Si andas por el rumbo, no hay problema (mientras no quieras ir al baño).
Entonces, clarifico, iba de casa en casa como araña panteonera (si me han visto caminar en zapatos altos, you know what i mean), resbalándome en las banquetas elevadas por las raíces de los árboles, tratando de asomarme por las ventanas a ver si veía un cuadro, una foto, cerveza o un artista. Me topo con un grupo de gente y les pregunto que si conocen de una galería en la calle Washington, morada con amarillo, me dicen que y me mandan a dos cuadras para allá. Camino las dos cuadras y veo que sí, es una galería, pero no es la que busco.

¿dónde están? Escribo mensaje celular.

Me regreso y grupo de gente me quiere llevar a un museo, a otra galería, que hay una para allá, y otra para acá, le explico que no es que ande en busca de arte, ando en busca de mis amigos, y un cuate me dice, yo también pinto, las chicas alrededor replican que no le haga caso, que coma sushi, yo, no gracias, ya cené, e indignación ¡total! Pero ¡total! Si no te vamos a envenenar, cómo crees que no sabe bien, que mira cómo eres, estás perdida (nunca estuve perdida, supe en todo momento dónde estaba) así que siguiente escena:
Estamos sentados en las escaleras de una banqueta, comiendo sushi que hizo esta señora, qué rico le quedó, de veras, no, no lo digo nomás porque sí, en serio, de veras, y hablando de los peligros de las malas direcciones y el andar sola por las calles de noche, hay peligros, me dicen.

Me llega mensaje, en Matamoros, entre jiramon y allende ¿dónde estás tú?

Ok, gracias por el sushi, pero parto.

Sí llegué. Me dice una persona, estaciónese aquí, mire que 50 pesos. y yo, sí, hmm, no creo. total, negociamos hasta 20, veinte para que no me rayen el carro, va.
Tenía tanto que no iba a algo así. Para empezar, creo que la última vez que salí, no a casa de amigos, no a la isla con familia de alguien, salí de irme a tomar una cerveza a un bar, etc, fue en playa del carmen, hace tres años.
Tres años.
¡cómo pasa esto!
Estaba la exposición, señorita O. leyó un cuento, carlito bongó hizo su happening, señorita O. leyó otro cuento con acompañamiento de guitarra de Él (nombre artístico), mientras las cucarachas voladoras planeaban por nuestras cabezas. Cuando una le cayó a persona de a lado yo solté carcajada y le dije,
Yo (apuntando)-cucaracha te ataca
Persona (zapateando)-¡plas!
Yo- muere cucaracha
Persona -¿vienes seguido a estos eventos?
Yo (trago a cerveza) –no, es la primera vez
Persona (wink)- me llamo Antonio –…
En fin.
Lo disfruté enormemente y me di cuenta que cosas cambian:

  • las cucarachas del barrio antiguo están más grandes
  • la gente no se ríe, eso ya no es fashion
  • ¡no había posers,! esos que van a los lugares artísticos y osea culturales y utilizan la palabra rimbombante del día y se ponen capas o utilizan cigarros con boquillas
  • y, omaigod ¡la gente ya no fuma!
Hay cosas que no cambian:
  • pocos ven la exposición
  • mientras haya cerveza, hay gente
  • Después de cualquier pincelada de afecto hacia alguien(como si le sonríes), ese alguien te pide tu teléfono.

    Vayan, está interesante la exposición.
Del 16 al 29 de agosto en la galería El color de los sueños,
Diego de Montemayor 649 entre J.I. Ramón y Allende.

12.8.07

De los insomnios

Generalmente mi proceso para acostarme (a dormir) es el siguiente, me espero hasta que ya no puedo tener los ojos abiertos y me voy a la cama, en el momento en el que mis bellos caireles tocan la almohada, empiezo a acordarme de todo lo que tengo que hacer que urge. Entonces, prendo la luz, hago una lista, luego agarro un libro, leo un capítulo (que no voy a recordar), se me empiezan a cerrar los ojos, apago la luz, duermo como quince minutos y llega mi gato a platicarme lo que le contaron los bichitos que viven en la coladera del baño.

Yo lo acaricio un rato y me duermo otros 20 minutos, luego me dan ganas de ir al baño, me tardo como media hora en convencerme que me debo levantar, luego sueño que me levanté y estoy en el baño orinando feliz, entonces brinco y corro y apenas llego, prendo luces y toco cosas rasposas para asegurarme que sí estoy en otro cuarto y no sobre mis sábanas.

Me regreso a la recámara, prendo la luz, leo dos páginas del otro libro blah (siempre tengo uno divertido y uno aburrido en mi buró) y tomo agua, como medio litro, más o menos, el cual va a durar en mi cuerpo alrededor de una hora.

Bueno, para no hacerles la noche larga, esto se repite hasta que suena el despertador.

El caso es que anoche, en vez de hacer la lista (porque hoy amanecía en domingo) me puse a acordarme que una vez, después de lavarme los dientes y rezarle al ángel de mi guarda dulce compañía, me acosté y mi mamá, como todas las noches, llegó a platicarnos tantito.

Nos contó que así como el hada de los dientes, (osea, el ratón enfermo ése que llegaba en las noches por muelas y colmillos dejados debajo de las almohadas,) había también un hada de las narices.
Esperaba a que oscureciera y cuando estabas en lo más profundo del sueño, se llevaba tu nariz y te dejaba una moneda a cambio.
Con la voz que usaba para cantarnos (sí, nos cantaba) y contarnos los tiernos cuentos de los hermanos grimm (as in grim reaper), nos comentó que a nuestro perro, el Sultán, un bulldog gris de malos modos y una oreja caída, el hada ya lo había visitado y le había dejado un hueso. Luego se levantó, me dio un beso en la frente, otro a mi hermana, y nos dijo, “que sueñen con los vampiritos” y apagó la luz.
Creo que mi hermana y yo convenimos desde ese momento a dormir en turnos.

Pero después también me rememoré que yo jamás tuve un perro llamado sultán, y mucho menos un bulldog de malos modos. Todos los canes de mi casa eran french poodles, chihuahueños o chihuaoodles.


Éste es Abril (con nariz).
A los chihuaoodles no les puedes
tomar foto porque se quedan sin alma.

Creo que duermo poco porque mi cerebro no se calla. Soy como radio mal sintonizado que pesca estaciones de los vecinos, ¿serán las amalgamas de los dientes?

Decía Irbargüengoitia que en las noches él se quedaba despierto pensando en traiciones y en partidas de ajedrez.

Quizás eso sería más constructivo.

Durante el día me toco varias veces la nariz y bebo mucho café. Y hoy domingo, en vez de lavar el carro, recoger la casa, bañar al gato o echarme una siesta, me pongo a escribir mensadas aquí.


tan taan.

9.8.07

carajo

¡Me volvieron a robar el bote de basura! ¡Me vaciaron las bolsas en la cochera y se llevaron mi bote! ¡Es el tercero que les suministro a los pinches pobres!
Y eso que éste lo compré feo, horroroso, con la mano izquierda le dibujé con marcador negro indeleble florecitas, peces, peyotes, un gato y el ojo de Chaac. Lo atropellé tantito y lo agujeré por abajo, escribí la leyenda, robado de… y mi dirección. No podía haber basurero más espantérrimo en toda la cuadra, pero los miserables icamoles también así me dejaron el mugrero, a mí y a mi vecina, y los muy hijos de la madreperla ¡hasta lo enjuagaron con MI llave!
En esta ocasión no me puse de Barbie aventurera a buscarlo de casa en casa, ya lo había hecho las primeras dos veces. Así que agarré una cuerda, la amarré al árbol y le puse un gancho, colgué las bolsas y les desee cáncer a todos ellos, y así, ya no pienso preocuparme más.
K. preguntaba qué es eso de Barbie… pues las muñecas se dedican a labores “femeninas”, decentes, pulcras y con guardarropa específico. Mattel es la compañía que más ropa produce en el mundo, toda para Barbie. Barbie es pediatra, veterinaria, diseñadora de modas o ejecutiva, nunca médico internista, ranchera, albañil o recolectora de basura. Cuando tomamos ligeramente otro papel, no lo somos realmente, simulamos ser detectives, por ejemplo, sólo porque traemos la lupa y el sombrero sherlock holmes. Barbie es puro glam, no hay substancia. Entonces, dear K., aquella vez llena yo de rabia tomé las llaves de mi carro, me subí y rechinando llanta empecé a buscar en los tejabanes de la calle de a lado, desde mi coche, con clima y las ventanas arriba.


La situación es que me carga que la gente sea tan cangrejo, jalándose unos a otros, creyendo que ellos sí merecen lo que tú tienes, y tú, como ente anónimo, desapareces. Estaba hoy en el tránsito pesado, haciendo fila para dar vuelta en una única vía para salir a Gonzalitos, calor canícula, bonito, de 38C, llevábamos como veinte minutos, medio avanzábamos y un mísero tipejo en un carro negro chiquito nos rebasa a todos e intenta meterse directamente en la calle, nadie lo deja, así que se echa en reversa y se mete en contra en la otra avenida, casi choca con un taxi quien se la mienta con florido fervor. Claro, porque él del cochecito no podía esperar, pero nosotros sí.
Es gente desconsiderada, gente pioja, involucionada. Una vez estaba en HEB de Valle (uf, i know) en la fila de 15 artículos o menos y delante, una señora de como tres copetes traía el carrito rebosante, yo llevaba solamente café (UN producto). Le digo, “Disculpe, señora, ésta es la fila para quince artículos o menos”, ella voltea hacia abajo y levanta una ceja e increpa, “¡qué no sabes quién soy!” y yo levanto barbilla y alzando la voz grito “ay señora no es posible, no sabe contar, no sabe leer y tampoco sabe quién es, ¿¡alguien puede ayudarla!?”.


En fin, nacos hay en todos lados, no lo entiendo ni lo acepto, pero puedo considerarlo como cierto, lo que no me cabe en la cabeza es ¿cuál es la fijación que tienen estos caracoles con mis botes de basura?

5.8.07

Invasión de las plagas

Hoy domingo me puse de Barbie costurera a subirle la bastilla a mis tres pantalones para tener qué ponerme ahora que empiezan las clases. El gato, desde en la mañana, estaba necio con que quería meterse al portafolio de la laptop, pero como de repente le da por perseguir imaginary goblins o hacerle fu a la pared, yo, por salud mental, trato de no hacerle mucho caso.
Porque con las miradas y reacciones de mi gato, llega un punto en el que uno jura que detrás hay un fantasma asesino a punto de atacar, así que, cuando empiezas a cubrir los espejos, dejas de hacerle caso al gato.
El caso es que yo feliz, puntada tras puntada, lalalá, y el gato brincando como desesperado.
Ok, le dije, ok, ya, puse aguja en lugar seguro y moví la mochila.
Salió un ratón.

¡Un ratón!

¿Qué chingados hacía un ratón en mi computadora?
El caso es que el bicho corre a mis libros y me dije ni madres, que se esconda en la ropa pero no en mis libros, ¡ataca! le grito al gato, ¡ataca! el gato zaz lo agarra y la sabandija empieza a chillar, como conejo muriéndose, como uñas en el pizarrón.
Ik ik iiiik

¡Abajo, afuera,! le aúllo al gato, y él, obediente con la alimaña en la boca, baja las escaleras y se acerca a la puerta, mufau, me maulla. La colita le salía entre los dientes, agitándose como lombriz.


No sé si les conté, pero una vez en Playa del Carmen iba cruzando la calle y me encontré un tlacuache atropellado, pobrecito, me dieron ñáñaras y quise mirar hacia otro lado, pero algo ondeaba en el cadáver ése y vi que estaba lleno de tlacuachitos (tomen nota, los tlacuaches son marsupiales, nacen y los meten en bolsitas por todo el cuerpo, como los canguros)
Y no se estaba haciendo el muerto, tenía la cabeza aplastada y estaba embarrado de mierda (esto último lo descubrí después, ew).
El caso es que agarré a los marsupialitos y los metí en una caja de huevos. Eran ocho fieritas. Me la pasé un todo un mes, en cuanto llegaba de trabajar, dándoles de comer con un biberón cada tres horas, pero, oh terrible situación, luego vino temporada alta, mucho calor y tours de 13 ó 14 horas seguidas, y bua, los maté a todos de sed.
Recuerdo que un día llegué y el gato había descubierto a los tlacuaches y había jugado con ellos, los reparé como pude, pero uno perdió un dedo. Regañé al gato y lo entrené (creo) a quererlos (el amor se enseña), entonces el gato recorría todo el mini estudio con tlacuaches trepados en el lomo y panza, mientras gritaba como desquiciado “quítamelos, quítamelos” (desde entonces su maullido no es el mismo).


El caso es que de vuelta a este momento.
Mi gato suelta al ratoncito, plop, y la verdad, se veía bien bonito, súper tierno. Todo mojadito el bichito, pensé, lo baño para quitarle la peste bubónica e igual y podríamos vivir felices los tres, le podemos poner Squeak y qué carajos estoy pensando, júchale ratón, abrí la puerta, agarré al gato y lancé un, SOCORRO RATÓN AUXILIO lo que en idioma animal se traduce literalmente a “corre o te piso” y huyó hacia el Río la Silla.


El gato ya no me habla.

2.8.07

Los plomeros y el red wee wee

Ok, les voy a platicar algo que me pasó, something embarrasing… ¿qué es esto de sentir vergüenza? En su mayoría es quedar en evidencia ante la gente que eres mortal que tienes fluidos corporales, necesidades, vaya, que no eres perfecto. Y un sentimiento de sorpresa nos recorre, quizás es por el ruido que hace la máscara al romperse, no sé.
El caso es que hay muy pocas cosas que me dan vergüenza, digo, incluso las que cuento no los son tanto, pero sé que a la gente le causan conflicto por su naturaleza y por eso las platico.
El caso es que en la mañana vinieron los plomeros justo cuando me iba a meter a bañar, les grité voooy, me vestí rápido y abrí la puerta. Ya no los esperaba hoy, pero vinieron, y como siempre me agarraron con trastes en el lavabo y ollas abajo, entre que entran salvajemente y empiezan a sacar mezclas y polvos y aceites y yo moviendo los platos y cubiertos y tazas y vasos para que no se ensucien y el otro, el gordo güero, me dice, de una vez cambio el del baño y sube las escaleras, y yo, voy y dejo todo y subo con un sartén en la mano y cierro puertas, mi bata en la cama, un solo cepillo de dientes en el lavabo, y el gordo güero está bloqueando la entrada y yo pienso mi tapete y yo, mira deja saco estas cosas, y pone cara que uf pinche vieja nomás me quita tiempo y empiezo a sacar todo y lo pongo en el sartén y pienso, dónde lo echo para que… y me pasa una cosa envuelta en unas vendas…
Ok, yo lo compré porque pues ¿por qué carajos no? El caso es que la moral católica me hace esconderlo, bueno, no esconderlo, si no que como iba a tener visitas lo guardé, además de que en esos días mi cuerpo estaba teniendo reacciones alérgicas a prácticamente todo, así que…
Cámara lenta.
Plomero gordo güero extiende la mano, yo trato de sostenerlo pero se me medio cae el sartén, vuelan pastillas y él suelta lo de la mano, yo lo agarro en el aire y zaz se escapa, sólo la orillita, empieza a desenredarse la venda y … ¡se cae por las escaleras! Se empezó a desenrollar y la verdad, un mórbido voyeurismo me detuvo, se desenvolvió hasta el final y salió, dio dos brinquitos y se puso a temblar.
Situación:
Dos plomeros mexicanos. Una mujer sola. Un vibrador rojo de 35 centímetros de largo en medio de la cocina. Un gato maúlla.


Ya. Lo que pasa no es que se caiga la máscara y quedes en evidencia, si no que no quieres presentarles esa cara en particular a ese grupo de personas. A mí no me conviene que los plomeros de monterrey se enteren que aquí vive mujer soltera busca que tiene un vibrador rojo, cuál rojo, mega intenso no manches rojo y un gato como compañía. Porque las mujeres de monterrey son modositas, calmadas, si te las quieres coger, entonces lánzate a Acapulco.
¿What would buffy do? Dos años de trabajar con lancheros sin que me faltaran al respeto una sola vez, debió entrenarme para esto…
EEEEEKKKKK grité, ¡no puede ser! ¡Ay no! ¡Qué pena! ¡Mi hermana se la bañó! ¡Era una broma! Ay, no qué pena qué pena. ¡ay, qué estarán pensando!
Ok, pensé en buffy y salió cordelia. No importa.
Lo agarré con dos dedos y asco y lo metí a un cajón.
¡Ahh, pero va a ver!, dije. ¿ya acabaron?
Mensaje a mi mamá, “háblame”.
Me habla. Simulé conversación y que ella ya venía. Mi mamá en el otro extremo gritaba, pero estoy trabajando, no puedo ir ahorita, cuál reunión, de qué me hablas y yo, ajá, sí, pues la merienda, claro, me dijo maye que no podía, pero las demás sí vienen, a qué horas llegas, no ahorita están los plomeros, igual y en media hora, cubro celular, -¿en media hora terminan?- Ajá. Claro, pues si quieres que venga está bien, pero sólo hay café.
Los señores terminaron, yo no los volví a ver a los ojos porque entonces daría pie a que cambie la conversación de algún modo, y eso, definitivamente no lo quiero.
Dicen que hay tres tipos de mujeres en México, las madres, las vírgenes y las putas. Y muchos creen que las vírgenes son sólo putas chiquitas. El caso es que estos señores son de los que asumen que ellos son mejores que el red willy y por lo tanto, muero por que me hagan caso.

Damit, y el del Gas Natural vino a cambiar no sé qué empaque y me dejó su teléfono personal para lo que se me ofrezca.
Le hablé y le dije,
“se me ofrece bruce willis”.

tan taaan.