22.8.07

Los carritos de súper

So, realmente no sé cuándo no hay gente en el super, yo no sé si en la mañana, en la tarde, un domingo por la madrugada, los he intentado, pero ha sido fútil. Siempre hay gente, mucha, y yo me engento (situación en la que hay tantas personas que sientes que se están robando tu aire y están expulsando al ambiente miles y miles de microbios y los estás inhalando y se están quedando en tus tejidos, sobre tu pelo, en tu nariz, y millones de bacterias ajenas bailan chachachá en tus ojos, arghhh).
Así que ando tras el esquivo momento de soledad en el súper. Cometí el error de ir a las 6 am un día a Walmart, y me di cuenta que más o menos 20 personas hicieron lo mismo y… Walmart solamente abre una caja en el seamos -tolerantes-a-la-diversidad-hour, la-gente-con-síndrome-down-también-merece-trabajar (como si para ellos fuera un premio atender gente desvelada y mamona).
Así que pensé que en martes, a la 1.30 no habría gente, pues lo lógico sería que después de pasar por los chamacos a la escuela procedan a surtir la despensa. Craso error. Van antes.
Llego al tumulto del estacionamiento, cientos de camionetas blancas ocupando dos o tres lugares a la vez.
Encontré dónde dejar el carro, hasta por allá y entré a la tienda, por la parte de la farmacia, lo primero que quería comprar era un lubricante (sí, para mi red willy) pero había mucha gente, entre solicitando jarabes para tos y remedios contra alergias, y señorita por aquí y me ofrecieron vitaminas, minerales, dietas, y jabones de avena, sortée como pude a todas ellas y me parquée con mi carrito a lado de las toallas, vacié verdes y moradas, pasé a los jabones, los olí, los eché, pasé al champú que me gusta (animal free- rizos suaves- citrus smell), escogí la crema suavizante de piel sedosa, ya me estaba poniendo contenta pensando en placeres táctiles y me acordé que no había visto los cepillos de dientes. Dejé el carrito y me fui a buscarlos. No los hallaba, tras recorrer los pasillos vi que estaban detrás de las señoritas por aquí.
Hay tantas tantas diferentes opciones que me agobio, que si limpia lengua o encías sensibles, que si dientes de atrás o dientes de adelante, que si todo, la selección no fue facil, pero lo logré, uno verde, barato.
Volvía, casi skipping hasta mi carrito y oh sorpresa… ¡ya no estaba!
¡Me robaron mi carrito!
Oh cólera, Oh rabia, rugí y gruñí y lo busqué y rugí más, me tuve que salir y volver a entrar con otro carro, pitó la alarma por tratar de sacar un cepillo de dientes de 10 pesos, lo aventé a las libretas, regresé con carrito nuevo y eché el cepillo, volé a las toallas, las aventé, derrapé hasta el champú y… ya no había. No más animal free- rizos suaves- citrus smell… había mil más, todos animal-used o no rizos suaves. Bua, lloraba ahora, bua, escogí uno de algas felices con olor a pepino, puaj, sin conejos relavados, y ahora con vitamina E. bua.
Resignada caminé hacia el café y en eso la vi, a la vieja que me había robado el carrito. ¡Parada como si nada! Con mi carrito. Había sacado los jabones y la crema, pero ahí estaba mi champú, me dije, ya, déjalo, y luego me dije, no, ni madres, por eso estamos como estamos, ¡habrá justicia!. Me mordí un ovario y luego el otro y fui. La miré a los ojos, levanté un dedo y le dije:
-está bien, quédate con el carrito. Pero éste era el último champú, así que me lo voy a llevar.
La vieja sólo me miró, no dijo nada.
Ja, casi me hago pipí de la emoción. Odio las confrontaciones, en verdad, me ponen nerviosa, me recorre la adrenalina, no, prefiero no sé, una montaña rusa.
Entonces me dije, bien, muy bien, la justicia se ha logrado, de premio... vamos al baño… eché mi champú (animal free- rizos suaves- citrus smell yeiii) al carrito nuevo, arrojé a una caja de cd´s el de las algas felices y me dirigí al baño, tralalá. Casi en la entrada, a un lado de las cremas suavizantes piel sedosa estaba ahí..., parqueado..., mi carrito original, con las toallas, los jabones y el champú. Voltée la mirada y la pobre y decente señora seguía ahí, pensando, seguramente, “pinche vieja orate pendeja que me vine a topar hoy”.
Como ante esas situaciones reacciono casi siempre de la misma forma, fui a tener mi ataque de risa en el baño. Casi me meo la pierna con las convulsiones de las carcajadas. No lo podía creer, pobre señora. Ni me dijo nada, nomás se me quedó viendo. Pobre, pobre, pobre.
Me limpié las lágrimas, y salí del baño, escogí el café, busqué pan, llegué al vino, estaba pensando en cuánto gastarme cuando en eso me di cuenta que… había dejado la cartera en el baño. Mi dinero. Las tarjetas. Las identificaciones. Las llaves de la casa. Todo. Lancé alarido y surqué veloz el trayecto, cual murciélago huyendo del infierno, como cuando le pisas la cola al gato, un grito de espanto y terror por los pasillos de HEB… llegué al baño, abrí la puerta, corrí al cuartito y me encontré con… mi cartera.
Alabado Chaac.
Hice una pequeña danza de la lluvia y salí feliz, tranquila, abrazando la cartera y con el corazón acelerado hacia los vinos.
Y, as you might have guessed… ya no estaba mi carrito.
¿Qué hace uno?
Me regresé a las cremas, el carrito #1 seguía ahí, lo agarré y me fui directamente a las comidas preparadas. Al diablo el super, al diablo la despensa.
Seguro fue la vieja traumada.
Cuando me cobraron en la caja, le di 20 pesos de propina al viejito embolsador, se me hacía que tenía que subir puntos de karma por si acaso.
fin.

1 comentario:

  1. Anónimo10:30 a.m.

    El robarse carritos en el súper es muy común. Yo estuve a punto de robármelo hace poco. :D

    Estaba con amiga en el DF y la acompañé a comprarse un trapeador al Wal-Mart. Ya adentro, se dio cuenta que quería algo más, volteé y había un carrito vacío, y lo tomé. Caminamos 5 pasos y llegó un señor detrás de mí y me dijo, "disculpa, el carrito es mío". Yo apenado por dentro pero con una imagen súper cool y desinteresada, le dije, "ah, ok". Y seguí caminando como si estuviera en el catwalk.

    Yo digo que la ruca te siguió hasta el baño y te volvió a robar el carrito. Si no se te hubiera olvidado la cartera, la hubieras alcanzado a ver correando chancleando por la tienda.

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