Para levantarme los ánimos, mi gringo marido se depiló completamente allá abajo. No sé exactamente si la motivación y la idea que eso me animaría fue por un problema de traducción o es una cuestión de confusión cultural.
Pero... digamos que definitivamente sí fue una sorpresa...
Como les he contado ya, se me disloca el brazo como una
vez por año. Pero la última vez (ok, penúltima) en vez de armarme un
cabestrillo y descansar me dije, foquit y seguí como si nada, y las
consecuencias se presentaron el domingo.
El domingo era un día caluroso y soleado. La alberca comunal de donde vivimos estaba casi vacía porque los gringos pasan la mayor parte de los domingos en
sus iglesias odiando a los negros y a los homosexuales mientras comparten
recetas alopáticas para luchar contra las paperas y la viruela.
Así que decidimos, el gringo marido y yo, darnos un
chapuzón en la alberca y a la vez agarrar tantito sol
para no parecer axolotes. En la alberca estaba una mujer con una autoestima altísima
pues, a pesar que su traje de baño estaba agujerado y sucio, con su pubis
costroso y mostrando monte de venus estilo sasha monenegro, permitía que su
piel correosa y desbordante recibiera los rayos del sol sin un atisbo de
modestia. Ella, echada en un camastro cual ballena varada, berreaba a su teléfono
los últimos chismes deomaigó canyú bilidá?,
su hijo, un pelirrojito cagaleche flotaba frente a ella en el agua, tratando de
captar su atención mientras lanzaba el agua meada pero clorinada en chorros por
la boca, como esas estatuas patéticas de disney.
En el otro extremo chapoteaba una pareja que
probablemente encontró el amor cuando se unieron contra un mundo que le exige a
las personas inteligencia, belleza o al menos algunos hábitos de higiene. Yo
los iba a felicitar por haber adoptado y dado casa al bebé más horripilante del
mundo, pero al acercarme me di cuenta que el o la infante compartía la misma
ausencia de barbilla y los ojos opacos de vacas marinas, ausentes de conciencia
o alma. ¡Se habían reproducido!
Enfrente al cetáceo varado, un hombre asiático llegaba con
tres o cuatro niños, pero no lo observé bien porque en esos momentos entré al
agua, di un par de brazadas para llegar al extremo más profundo de la alberca,
hice un giro raro que no recuerdo y se me dislocó el hombro completamente. El
dolor me jaló al fondo y pataleé y salí a la superficie y le grité al marido. marido, ayúdame.
Me volví a hundir y pataleé hacia la orilla, marido, help, y el marido ya venía,
lento, parsimonioso, paciente. Me hundí nuevamente y como pude con el otro brazo
me pude detener del resbaloso concreto con el que rodean las albercas. El
gringo marido ya había llegado y tomó mi brazo dislocado y jaló y yo me le escapaba, mojada y escurridiza hasta el
fondo otra vez. Entre jalada y pataleada y zambullidla pasaron como 5 a 10
minutos tras los cuales obviamente sobreviví, no estoy escribiendo desde la
ultratumba con una ouija cibernética.
El gringo marido me salvó, le debo un caballo prieto
azabache o algo así, yo inhalé algo de agua meada, me ardían los pulmones, el
brazo, ahora lo tengo cubierto en raros hematomas al igual que mis piernas y cadera,
pero quedé viva.
La cosa es que cuando por fin me saca, yo estaba
temblando y él también, yo tosiendo y volteo y la cetáceo seguía en el
teléfono, la pareja de neandertales seguían con el changuito, la familia
asiática competía a algo. Nadie nos miraba, nadie dijo nada. Yo los traté de
verlos a los ojos y ellos desviaban la mirada.
Y me di cuenta de algo asqueroso de la humanidad: el
racismo, las masacres, los crímenes, las muertes por hambre, la pobreza, el
asesinato de maestros y estudiantes, todas esas cosas no pasan por maldad o
crueldad netamente humana. NO. Pasa porque la gran mayoría de la gente es
indiferente.
Estos no eran israelíes vigilando palestinos o policías
atacando dizque criminales, eran mis vecinos, con quien comparto jardín, estacionamiento
y alberca, a quienes he visto cientos de veces y ellos a mí, y casi me ahogo,
gritando y pidiendo ayuda frente a sus ojos bovinos. No porque sean malos,
sino porque son indiferentes.
Así que estoy asqueada y adolorida. Triste de humanidad y
con pocas esperanzas hacia el futuro. Tan cierto y atinado lo que cantaba Gardel.
Buenas mis
estimadísimas y estimadísimos y estimadísimxs lectores y lectoras y lecturas,
que me ausento por meses porque a veces me doy cuenta que no sólo no tengo nada
que decir sino que lo que digo es pura guácara catártica y me imagino que
ustedes tienen cosas mucho más importantes que hacer que estar leyendo cuanta
tarugada a mí se me ocurra.
Pero la cosa es
que hoy sí tengo algo que compartirles, esta receta de lentejas que está
deliciosa, ahí les va:
Lentejas con
cúrcuma (o lentejas mediterráneas)
Deliciosas lentejas veganas, sin glúten, sin químicos y sin arañas
Ingredientes
1 tza de lentejas
8 tazas de caldo
de verduras
1 cucharada de
comino
¾ cucharada de
turmeric, que en español se llama “cúrcuma”, molido
1 ajo picado
1 cebolla chica bien
picada
aceite de oliva
jugo de uno o dos
limones (al gusto)
perejil fresco (o
seco)
Versión corta:
1. freir:
1 chucharada de
comino
¾ cucharada de
turmeric
1 ajo
1 cebolla chica bien
picada
aceite de oliva
2. agregar
1 taza de lentejas
8 tazas de caldo
de verduras (si no tiene sal, agregar sal)
3. cocinar 1
hora, los últimos 5 minutos agregar:
jugo de uno o dos
limones (al gusto)
perejil fresco (o
seco)
4. disfrutar
Versión larga
(para inexpertos, no se preocupen, nos vamos despacito. Eso sí, lean las
instrucciones antes de empezar o se van a dar cuenta a la mitad que no tienen
caldo y ya valieron).
1 chucharada de
comino
¾ cucharada de
turmeric
1 ajo picado
1 cebolla chica bien
picada
aceite de oliva
Tip: pica la cebolla y el ajo en un procesador de alimentos.
Especies especiales diciéndole adiós a su amiga la cebolla
Usa unas 3
cucharadas de aceite de oliva y agrega la cebolla y el ajo y las especies, se
va a poner amarillo, muévele para que quede bien mezcladito y delicioso.
Fue en este momento, la primera vez que las hice, cuando me pregunté ¿la habré cagao? Pero confianza, así se ve.
Ahora vas a agregar:
1 taza de lentejas (crudas)
8 tazas de caldo
de verduras
Tip: Las lentejas
debes de limpiarlas para que no tengan moscos, arañas o piedras y las enjuagas
varias veces (unas tres).
Tip: El caldo de
verduras lo haces de la siguiente forma: agarras una ollota y le pones 10 tazas
de agua (o más si quieres guardarlo para después), le echas un trozo de
cebolla, un ajo, un par de rebanadas de apio y una hoja de laurel. También si
tienes otras sobras de verduras (cáscaras de papa o zanahoria, un tomate, las
orillas de las calabacitas, etc.) se las puedes poner. Dejas hervir una media hora y lo cuelas al
agregarlo.
Caldo de verduras hecho en casa
Agrega el caldo de verduras y las lentejas a la
cebolla. Agrega como 1/2 cucharada de sal de mar y en grano. Si no tienes sal de esa, agrega sal normal.
Bate despacio y
cubre, cuando hierva, baja el fuego y lo dejas 1 hora (tapado, para que no se
evapore todo).
Ya casi cuando
vayas a servirlo le echas como 1 cucharada de perejil picado fresco y el jugo
de un limón, pruébalo. Si le falta sal, échale sal. Nomás aguas, no te vayas a
quemar la boca porque luego las lentejas retienen mucho el calor y te metes
unas quemadas de aquellas.
Tadá, disfruta
con pan.
Fin.
Éste ha sido un
servicio para la comunidad, cuando se me ocurra como resolver los problemas del
mundo y encontrar la felicidad vuelvo al blog.
Tip: Mientras tanto,
hacer esto a diario: comer rico, una hora de ejercicio, beber 3 vasos de agua
mínimo, tomar una copa de vino y coger más.