Como servicio a la comunidad les paso la liga a un libro facilito de leer de él:
Patas arriba: La escuela del mundo al revés
Otro no tan facilito y que tiene algunas fallas, pero aún así es bastante bueno. Es sobre la historia no-mainstream de lationamérica. Osea, está escrita como si el león no fuera quien ganó la pelea:
Las venas abiertas de América Latina
Otro más, con cuentitos e ilustraciones. Para dejarlo a ratitos y disfrutarlo como si fuera un buen tequila, a sorbitos.
El libro de los abrazos
Lo mejor de los escritores muertos es que sus sombras son inmortales.
Ahora, historias de los gatos como las contaba Galeano (al final, otra liguita más).
Julio 25
Receta para difundir la peste
En el siglo
catorce, los fanáticos custodios de la fe católica declararon la guerra contra
los gatos en las ciudades europeas.
Los gatos,
animales diabólicos, instrumentos de Satán, fueron crucificados, empalados,
desollados vivos o arrojados a las llamas.
Entonces las
ratas, liberadas de sus peores enemigos, se hicieron dueñas de las ciudades. Y
la peste negra, por las ratas trasmitida, mató a treinta millones de europeos.
Julio 26
Llueven gatos
En la gran isla
de Borneo, los gatos comían a las lagartijas, que comían a las cucarachas, y
las cucarachas comían a las avispas, que comían a los mosquitos.
El DDT no
figuraba en el menú.
A mediados del
siglo veinte, la Organización Mundial de la Salud bombardeó la isla con
descargas masivas de DDT, para combatir la malaria, y aniquiló los mosquitos y
todo lo demás.
Cuando las ratas
se enteraron de que también los gatos habían muerto envenenados, invadieron la
isla, devoraron los frutos de los campos y propagaron el tifus y otras
calamidades.
Ante el
imprevisto ataque de las ratas, los expertos de la Organización Mundial de la
Salud reunieron su comité de crisis y resolvieron enviar gatos en paracaídas.
En estos días de
julio de 1960, decenas de felinos atravesaron el cielo de Borneo.
Los gatos
aterrizaron suavemente, ovacionados por los humanos que habían sobrevivido a la
ayuda internacional.
como dices, el escritor no muere, sólo su cuerpo.
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