El otro día
frente a mi librero me encontré con un libro que era de mi tía Ana, de un tal
Margarito Ledesma (humorista involuntario). Se llama sencillamente Poesías. Empecé
a hojearlo nuevamente y reparé en prólogo de la primera edición (de 1911). Este
emotivo y puntual prólogo hizo que me sentara y me pusiera a leerlo de verdad.
Dice:
PRÓLOGO
Mi compadre
Margarito es de lo mejorcito que tenemos por estos rumbos para eso de hacer
versos. Mucho que le intelige a eso y es rete estudioso y es un hombre de muy
buena voluntad y muy caritativo y muy alegador, que desfiende mucho al pueblo
desvalido y quiere mucho a esta población y, además, es mi compadre muy
estimado y por eso no puedo negarme en hacerle este Prólogo, pues él porfió
mucho que se lo hiciera y que se lo hiciera, y lo hago con mucho cariño, aunque
salga mal, solamente por darte gusto a mi señor compadre y fiel amigo.
Su inútil y S.S.
Melitón Palomares
Sus poemas son
geniales, muchos tienen notas al explicativas al pie, y éstas son más geniales.
¡El mundo debe conocer a Margarito Ledesma!
¿Cómo no continuar?
Les pongo cuatro
de los poemas que le gustaban a mi Tía Ana (lo sé porque los palomeaba). Los
escribo tal y como vienen en esta edición, para que los disfruten tanto como
yo. Huy, salió verso sin esfuerzo.
REMEMBRANZAS
Para Jesusita Sánchez
“Amorosamente”
Tus ojos son dos globos de
topacio,
que se ven relumbrar desde
muy lejos
y que echan replandores y
reflejos,
cual la iluminación de algún
palacio.
Tu boca es de esas urnas
celestiales
resguardada por angélicas
milicias,
y bastante ajuariadas de
delicias,
como la miel de los panales.
Tus óidos son dos rosas de
alabastros
y tus pestañas, negras cual
cabellos,
les tapan a tus ojos los
destellos
sin dejar ni siquiera
rastros.
Tu sólida y esplendorosa
dentadura
es una ensarta de diamantes,
y tus labios dos mariposas
palpitantes
que aletean en la noche
oscura.
Tus manos desparraman hartos
dones,
tus pies son un manojo de
claveles,
y entusiasmas a todos los
donceles
y haces palpitar sus corazones.
Cuando miro tu cuerpo, no
vacilo:
clarito veo que un parecido
toma
al de la Venus que fundió
allá en Roma
un escultor que se llamaba
Milo.*
Y tus modos y andados tan
decentes,
cual una estatua de la
antigua Grecia,
aquí toda la gente los
aprecia
y les cuadran a todos los
pudientes.
Eres Cleopatria, Elena de la
Troya,
mucho te me afiguras a
Lucrecia,
y cuando vas saliendo de la
iglesia,
nomás relumbras, cual si
fueras joya.
Yo sólo una cosa solicito
y atentamente te pido este
favor:
¡Que no olvides que es tu
servidor
el humilde poeta Margarito!
*Yo calculo que
el mero nombre de este escultor ha de haber sido Emilio y que sus amigos y
conocidos le han de haber dicho Milo por puro cariño, como aquí le dicen Lalo a
don Ulalio el maicero. Yo, francamente, no hallaba qué hacer, y al fin me
resolví a decirle Milo porque así lo he visto anunciado en casi todos los
libros, y así lo mientan también otros buenos poetas y en algunos periódicos
que me ha prestado el Juez del Registro Civil; pero siempre quise hacerles esta
advertencia para que las gentes que no conocen mis modos ni mi crianza no vayan a pensarse que soy muy
ladino y que nomás me gusta andar de igualado y confianzudo con las personas,
faltándoles al respeto y hasta poniéndoles sobrenombres, cosa que yo no
acostumbro. Así que mucho les encargo que no se les vaya a olvidar.
OTRA NOTA.- Para esta
agradable poesía tomé algunas palabras, no muchas, y algunas que otra razón,
pero pocas de otros buenos poetas y periodistas. También me la corrigieron tantito,
y bastante se los agradezco. –EL AUTOR
DICEN
Dicen que anda diciendo don
Tiodoro
que yo les tengo miedo a
muchas gentes,
que mucho les reguilo a los
transentes
y que cuando hay timultos,
hasta corro.
Que ando nomás por calles
retiradas,
huyéndole al gentío y a la
apretura,
y que por eso hasta el Señor
Cura
me ha puesto unas buenas
regañadas.
Que apenas escurece, voy y
me escondo
y me sotierro en el rincón
mas lejos,
y me tocan la puerta y no
respondo
y hasta apago de la vela los
reflejos.
Que una noche me vieron escondido,
así como queriendo
fuminarme,
y que entonces, nomás por
asustarme,
el propio don Tiodoro echó
un ullido.
No, señores; no es de esos
Margarito.
No busca pleitos ni los
apetece;
pero tampoco tiembla ni se
estremece,
aunque le hayan echado ese
grito.
Decir que ando con miedo y
con empachos
es como si dijiera don
Tiodoro
que Napolión, el de las
barbas de oro,
se asustaba con un pleito de
borrachos.
Es hasta ofender la memoria
de ese grande hombre de la
antigüedad,
y barrer parejo con la
Historia
y echar bandera negra hasta
con la Libertad.
Si sigue, pues, con esa
imploración
y urde y durde mentiras a sus
gusto,
don Tiodoro, y no el Gran
Napolión,
es el que va a llevar un
buen susto.
NOTA.- No creo que don
Tiodoro sea tan duro de mollera como parece; más bien creo que es pura envidia
y mala fe lo que trai adentro; pero, de todos modos, para que no piense que soy
ventajoso y me gusta aprovecharme de la ignorancia ajena, no sería malo que
algún entrelucido enredacosas de los muchos que aquí conocermos le aconsejara
que lea la Portada de estas Poesías, para que sepa por dónde anda, y que
estudia también tantita Historia, para que vea quién fue el Gran Napolión y se
sazone de que no era de esos que se dejan asustar de cualquira. ¡Haber si
todavía así sigue diciendo que tengo miedo!
POR EL TABACO
Don Piedá vende un tabaco
que ya ni la disimula,
pues le cai al hombre flaco
como patada de mula.
Pues al que quiere chupar
y sentirse satisfecho
le da una tos en el pecho
que ya hasta se quiere
hogar.
Y todo nomás por nada,
nomás por ganarse un tlaco.
Es bueno que la acordada
no admitiera ese tabaco.
Y si porfía en admitirlo,
aunque dé mal resultado,
pues yo, con no consumirlo
mi negocio está arreglado.
Pues no quiero que por tonto
me venga una garraspera
y que luego, así de pronto,
se me seque la mollera.
Pues dicen que el mal tabaco
da resultados tan malos
como si a un cristiano flaco
le pegaran unos palos.
NOTA.- Pongo este episodio
para ver si don Piedá piensa tantito y se quita de andar vendiendo ese tabaco
que tanto perjudica a la gente, pues dicen que lo cura con orines de jumento.
Yo no lo quiero creer; pero, por sí o por no, le pongo esta poesía, para que,
si es cierto, se enmiende, y si no, que no vaya a hacerlo, pues hasta ganas dan
de vomitarse con ese tabaco tan malo que mucho nos desacredita con los
entrantes y mucho da que decir de esta hermosa tierra, aparte de que agarra el
pescuezo como si fuera una sandijuela.
UNA MANDA A SAN JUAN DE LOS
LAGOS
(fragmento)
Habiéndome tocado la
contingencia
de quebrarse la tabla del
excusado,
de buenas a primeras me vi
anegado
en un mar de bastante
pestilencia.
Y al verme soterrado en cosa
blanda,
sin poder resollar casi
siquiera,
no hubo remedio, pues mandé
una manda
para poder salirme para
afuera.
Y entonces una alma
compasiva
su mano me tendió bastante
grata
y por medio de un gancho y
una riata
pudo pronto sacarme para
arriba.
Mas ya comprenderán que todo
el mundo
me hacía muchos mitotes y
mucho asco,
pues era yo como si fuera un
frasco
lleno de algún aroma muy
inmundo.
Pero con todo yo me dí de
santos
que me tocara así la buena
suerte,
pues peor hubiera sido
hallar la muerte,
y luego los mitotes y los
llantos.
Así es que, sin andar con
sevasivas
ni espuesto a las habladas
de la gente,
dije: -Lo más pronto es lo
más decente,
y no te hagas para atrás
mientras vivas.
(...)
fuente: Ledesma,
Margarito. Poesías. 12va edición. Talleres Gráficos: México, 1976.
Biografía:
Margarito Ledesma nació en Uriangato, Guanajuato el 28 de junio de 1887. Es el
seudónimo de Leobido Zavala, quien murió en San Miguel de Allende, Guanajuato en
1974. Se le conoce como el poeta de Chamacuero. Hay una calle en Guanajuato,
Guanajuato que lleva su nombre.
jajajajajajaja
ResponderBorrarjajajajaja
ResponderBorrarEstán rebuenos!
Pos la verdá me encantó el tal Margarito Ledesma, será porque es de mi Tierra? pos si no, de onde debía de ser.
ResponderBorrarEs que están re güenos sus poemas. Este sí es poeta, no los di ora que na mas ponen de puro sepso.
Jajaja, qué maravilloso hallazgo. Por un momento pensé que, como Borges, te habías inventado a un personaje histórico con todo y bibliografía.
ResponderBorrarEs genial, arriba Guanajuato.
ResponderBorrar@Caracola Mágica: creo que Margarito lo inventó el que le escribe el prólogo y pagó la edición, Leobino Zavala o.O
Oye, ese tal Margarito Ledesma es un tesoro de poeta; yo recuerdo haber leído algunos de sus poemas, son realmente sabrosos. Por ahí tiene unas parodias Becquerianas, ojalá continúes poniendo sus poesías en este blogg.
ResponderBorrarNuevamente te felicito por tal posesión. Y bueno si puedes subirlas todas, vale, te lo voy a agradecer.
Suerte y hasta la próxima.
Mi estimado Raúl de León, te hice caso y transcribí 7 más.
ResponderBorrarAntes busqué en la red cuáles estaban ya publicados, vi que el de Bequerianas se encuentra acá (hay que copiar y pegarlo) http://caesarisnv.blogspot.com/2013/01/poemas-de-margarito-ledesma-leobino.html
Cada vez me gusta más Margarito Ledesma. Trataré de ir subiendo poco a poco sus poemas, que por suerte, son muchos.
Me robaron ese libro el año pasado era una de las primeras ediciones, sin embargo encontré una edición de 1982, aunque no es o mismo recupere un gran documento, que bueno que lo disfrutan tanto como Yo FELICIDADES.
ResponderBorrarVieyraleo, qué cosa tan horrible. Pero qué bueno que pudiste encontrar una edición.
ResponderBorrarMuy bueno, de lo mejorcito que he leído, gracias por alegrar mi tarde jajajaja hay Margarito, eres un genio de la comedia involuntaria jajajajaja
ResponderBorrarExcelente vocabulario utilizado por Margarito para recordar el habla del pueblo y palabras de alto nivel de Don Leobino como hombre leido y estudiado
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