16.11.11

Hoy un cuentúsculo

Pidiéronme mandar un brevísimo cuento de máximo 200 palabras. Pero, por supuesto, por andar editando y arreglando y mejorando y perfeccionando (en verdad, eso de mejorar hasta el hartazgo es un mal de la sociedad, cuando yo veo el New and Improved dejo de comprar la marca) entonces se me pasó la fecha de entrega y ya no sé qué hacer con este textito que traigo arrastrando.

Así que lo pongo aquí, para el deleite de los consumidores de letras.

Por favor, sea breve


 “Por favor, sea breve, dijo…”. Había sido siempre la buena esposa, leal, dócil, honesta, virtuosa. Como había dicho el padre, como había insistido su madre, sus hermanas, su abuela. Todas. Acababa de colgar el teléfono, Eugenia, su hija, esperaba una niña. Eugenia y su nuera, Adriana, esperaban una niña. Eugenia a los cinco años brincando en las escaleras. Eugenia a los 8 cantando en el recital de la escuela. Eugenia rezando por el conejo enfermo. Eugenia con su risa y sus desafíos y su fuerza, sobre todo su fuerza. Eugenia y Adriana, madres de su nieta. Entonces por eso lo interrumpió, a Ricardo. Tocó la puerta. Ricardo alzó los ojos de una carta que firmaba. Hizo una mueca. “Por favor sea breve”, dijo.

¿Me estás diciendo que por eso lo mató?

Treinta y cinco años de casados, ¿viste? y Ricardo seguía hablándole de usted.

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