Ya nos volvieron a cambiar el horario.
¡Cómo me retuerce que hagan esto,! incluso más que el pago de la tenencia del coche, porque la tenencia al menos es cada año y lo puedes ignorar hasta que el estado decida cambiar el diseño de las placas. (tenencia: impuesto que pagan los mexicanos por tener automóviles, sirve para la creación de la infraestructura de las Olimpiadas de 1968).
Digo, lo anterior es cínico y normal en el gobierno, pero el que estén jineteando mi tiempo... eso me enrabia.
Y no me refiero a esas cuestiones como las del regente del defe que se aperra y dice, a partir de esta calle, la hora será ésta porque nosotros somos del perredé (o del notupartido). Y si tienes que entrar a la escuela a las ocho, pues tejones porque acá las ocho son las seis.
Tampoco estoy hablando de eso que hace la gente de meter diferentes horarios en las diversas habitaciones de su casa. Un despertador ajustado media hora más adelante, el baño con sólo 20 minutos más, en el micro de la cocina parpadean tan sólo cinco, el reloj de pulsera con tictac al horario del 06 ó de la radio. Como si el engaño simulado a nuestro cerebro pudiera modificar el gran tiempo externo aunque sea tres minutos para no llegar tarde (es que esto es tan ridículo, como si a alguna parte de tu cerebro se le fuera a olvidar que adelantaste tu reloj). Ganar tiempo, usar efectivamente el tiempo, administrar el tiempo libre…
Tampoco hago referencia a cosas como mi abuela quien siempre hablaba de la hora “real”, la de “en serio”, porque eso de modificar la hora es bobo, decía, la hora es la hora.
-vamos al cine de las ocho, abue...
-¿las ocho de verdad? ¿o la que dice el reloj?
Y nosotros teníamos que entender que esa construcción de la verdad en la cabeza de la abuela, era más tangible, más certera, que la invención de la realidad que dividió el día en vamos a decir hmmm 24 y que cada uno tenga, qué te parece, sesenta y así podemos leerlo como en un círculo en grados, pero que sean dos mitades de doce, hmm, muy bien, ¿no se puede hacer más confuso?…
QUE NO.
A lo que me refiero es a ese grupo de gente perversa, vestidos todos de traje gris, que un día se levantó y decidió, vamos a quitarle una (o dos, o tres) horas a todo el mundo, las guardamos en un banco y se las devolvemos en seis meses… podemos decirles que es para ahorrar luz.. Otro gritando, cabrón, tenemos catorce horas de sol al día, no podemos decirles eso, ¡no mames, no nos van a creer! Y el resto respondiendo, nonono, a huevo sí funciona.
Me los imagino carcajeando, lágrimas en los ojos, el pie subido a la mesa y la cabeza echada hacia atrás “ahorrar luz, muajajaja”
Y hacen la propuesta, miren, dicen, pues según el índice de mortandad que tenemos, el ingreso de horas al banco siempre será positivo, porque habrá gente que se muera y no pueda recuperar sus horas, y todas esas podemos vendérselas a políticos o viejos rabo verdes para que sigan en sus andadas, muajajaja
Me imagino cada invierno a Fidel Castro hablando al banco DorianGrey, oye, camará, sí te encargo otro tre añito…
Digo, lo anterior es cínico y normal en el gobierno, pero el que estén jineteando mi tiempo... eso me enrabia.
Y no me refiero a esas cuestiones como las del regente del defe que se aperra y dice, a partir de esta calle, la hora será ésta porque nosotros somos del perredé (o del notupartido). Y si tienes que entrar a la escuela a las ocho, pues tejones porque acá las ocho son las seis.
Tampoco estoy hablando de eso que hace la gente de meter diferentes horarios en las diversas habitaciones de su casa. Un despertador ajustado media hora más adelante, el baño con sólo 20 minutos más, en el micro de la cocina parpadean tan sólo cinco, el reloj de pulsera con tictac al horario del 06 ó de la radio. Como si el engaño simulado a nuestro cerebro pudiera modificar el gran tiempo externo aunque sea tres minutos para no llegar tarde (es que esto es tan ridículo, como si a alguna parte de tu cerebro se le fuera a olvidar que adelantaste tu reloj). Ganar tiempo, usar efectivamente el tiempo, administrar el tiempo libre…
Tampoco hago referencia a cosas como mi abuela quien siempre hablaba de la hora “real”, la de “en serio”, porque eso de modificar la hora es bobo, decía, la hora es la hora.
-vamos al cine de las ocho, abue...
-¿las ocho de verdad? ¿o la que dice el reloj?
Y nosotros teníamos que entender que esa construcción de la verdad en la cabeza de la abuela, era más tangible, más certera, que la invención de la realidad que dividió el día en vamos a decir hmmm 24 y que cada uno tenga, qué te parece, sesenta y así podemos leerlo como en un círculo en grados, pero que sean dos mitades de doce, hmm, muy bien, ¿no se puede hacer más confuso?…
QUE NO.
A lo que me refiero es a ese grupo de gente perversa, vestidos todos de traje gris, que un día se levantó y decidió, vamos a quitarle una (o dos, o tres) horas a todo el mundo, las guardamos en un banco y se las devolvemos en seis meses… podemos decirles que es para ahorrar luz.. Otro gritando, cabrón, tenemos catorce horas de sol al día, no podemos decirles eso, ¡no mames, no nos van a creer! Y el resto respondiendo, nonono, a huevo sí funciona.
Me los imagino carcajeando, lágrimas en los ojos, el pie subido a la mesa y la cabeza echada hacia atrás “ahorrar luz, muajajaja”
Y hacen la propuesta, miren, dicen, pues según el índice de mortandad que tenemos, el ingreso de horas al banco siempre será positivo, porque habrá gente que se muera y no pueda recuperar sus horas, y todas esas podemos vendérselas a políticos o viejos rabo verdes para que sigan en sus andadas, muajajaja
Me imagino cada invierno a Fidel Castro hablando al banco DorianGrey, oye, camará, sí te encargo otro tre añito…
Un dependiente respondiendo a Fidel Velásquez, no señor, su crédito aquí ya no es bueno. Lo siento, ¿ya probó en el Banco Ganímides?
Y los veo a todos feliz, yeii, gritan, vamos a dormir una hora más.
Tenemos más tiempo, chillan. Avientan flores, sacan globos. Una hora más porque retrasamos el reloj.
Pero no, es bien triste que no se den cuenta.
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