Los viajes largos te van a acostumbrando al paisaje, al clima, el voltear por la ventana y ver a los cactus transformarse en bosque de yucas, luego de sauces, luego de palmeras. Los cuervos se vuelven garzas y luego gaviotas. Uno tranquilamente puede perderse en una nube que sobrevuela un desierto y luego se posiciona arriba del mar.
Natasha es una princesa rusa, bueno, ella decìa que lo era, desde chica quería una mesa llena de pasteles para que ella pudiera probar todos y decir, ése. Tambièn se paraba en el centro y decía, vístanme. Ahorita en los viajes, me altera el tener que ceder para complacerla. Pues sí, no puedo negar que un hotel con clima y cablevisión es cómodo y uno descansa, pero yo estaba acostumbrada a esos que llegas y dejas las cosas y te preguntan, ¿va a regresar? De esos que cuestan una cuarta parte de lo que clima y cablevisión. Además son muy limpios. Este tenía mecos en las sabanas (de natasha), y sí, pero clima, un baño amplísimo y cablevisión.
Y al llegar al hotel de Villahermosa
-Oiga, aceptan gatos?
-No señorita, sólo efectivo.
A la salida, la hermana y yo tuvimos una pelea, leve. Básicamente fue un “ah, ahora se supone que debo hacer todo lo que tú ordenes?” y me quedé pensando en lo injusto que sonaba eso, digo, si yo lo dijera, tengo que hacer lo que tú ordenes… suena feo, suena injusto y exclavizante, entonces la entendí y le dije, “sí” ella casi gritando me dice, y si no quiero qué, y yo, pues te bajas. Tan tan, se acabó la discusión (no se bajó, por cierto). Terrible, yo injusta y sin razón, salvo que en ese momento tuve que decidir que me tocaba ser la déspota, la que ordenaba, sin dulces, sin convencer, sin porfis y ándale, te bajas a comprar lo que te dije y te regresas inmediatamente al carro. El si vas a ser copiloto lees el mapa aunque te marees. El no vamos a parar a comer camarones ni a descansar en la playa, me vale que te duela la espalda, me vale si estás harta de tortas, seguimos manejando así sean 10 horas seguidas, porque no quiero que sean 11 ó 12 ó 20.
Entonces edith terrible al volante y zaz, que se atraviesa una iguana. Pobre iguana. Espero que no haya sabido lo que le pasó. Según starky y hutch le puedes arrancar la cola (nooooo, es como un cocodrilo, no lo hagan) pero ni la mitología reptilia pudo salvar el apachurramiento y las patitas en su último estertor. Pobre iguana.
Eso y la población de bichos, terrible edith. Edith destruye y es déspota.
Ni el gato entiende. Me grita maaaauuuuu que es tengo calor, qué hacemos aquí, y me grita mauuuu, estoy mareado sácame de la jaula. Yo sigo. Creyendo saber. Y no sé nada. No sé a donde voy ni que me espera, no sé si voy a encontrar mi vocación o si voy a seguir buscando.
Todos dicen arriba playa, incluso la gente de playa, yo digo, este u otro lugar. ¿Dónde estoy,? ¿qué soy? Buscar trabajo, sonreir, decir yeii, simulacros. Simulacros de vida y de optimismo falso.
-Mom, does it ever get better?
-No.
Encuentro casa, un estudio. Es un cuarto sucio, apestoso y chiquitito, pienso en el gato, veo por la ventana hacia una pared. Tiene una cama pandeada y un refri con cucarachas. Una mesa detenida con ladrillos. No hay más a dónde ver, eso es todo. Es lo mejor que he visto. Es lo que puedo pagar. “Está a una cuadra del mar” y yo pienso, de seguro en un huracán me voy a inhundar. Pienso en mi último sueldo, en mi casa, ¿cuál casa? en una opción. Ahorita no hay, despues de todo, uno se acostumbra. Alguien se puede acostumbrar a dormir en la calle, a vivir en una guerra. Yo estoy en la playa y debería estar agradecida. ¿no?
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